sábado, 31 de agosto de 2013

Viviana Villarroel profesora de literatura escribe con sensibilidad social y se refiere a la actitud presidencial que nunca invocó el minuto de silencio por las víctimas de Palmasola. siguió su agenda sin detenerse!

Las 32 muertes en el penal de Palmasola, Santa Cruz, duraron en los medios lo que dura un viaje a toda velocidad a Brasil: la salida del senador Roger Pinto de la embajada de Brasil en La Paz (huida para unos, traslado legal para otros), se robó las portadas y las coberturas desde el domingo. La dinámica informativa es así, se explica, y se entiende.
Menos entendibles, más llamativos y hasta dolorosos son otros comportamientos respecto de esas muertes. Detalles sin relevancia, dirán unos; detalles reveladores, opinamos aquí.
Las primeras noticias de los sucesos en Palmasola se conocieron el viernes, entre las 07:00 y las 07:30. A media mañana, medios como Erbol Digital o El Deber informaron que las muertes ascenderían a 38.
En Palmasola, en medio de la lluvia, se escuchaba gritos, reclamos, pedidos de ayuda de familiares que querían saber la situación de sus allegados. A 857 kilómetros, en La Paz, el ambiente era diferente: vítores al presidente Evo Morales en un acto en el que se recordó el aniversario 263 del nacimiento de Bartolina Sisa.
El discurso presidencial de la ocasión inició distendido, con una broma cuya “víctima” ya se hace repetida: el Vicepresidente Álvaro García Linera “siempre investiga y sigue investigando, y a veces echa la culpa al libro por no tener hijo”, comentó sonriente el Mandatario, con el eco de una carcajada en masa en Ocuire, provincia Loayza de La Paz.
A la hora del discurso, ya se conocía de la gravedad de los sucesos de Palmasola; pero la actividad presidencial no se detuvo.
Tampoco se frenó en la tarde, con la versión ya oficial de la Policía Boliviana de 15 muertos. El Jefe de Estado viajó de La Paz a Tarata, Cochabamba, para asistir al 113 aniversario de creación de la Escuela Militar de Sargentos.
Aunque vía la estatal agencia de noticias ABI se informó que el Presidente estaba “muy consternado” por las muertes, no se le escuchó, en este discurso, palabra y media sobre los muertos de Palmasola.
La agenda presidencial siguió implacable, y ya en la noche, cuando los noticieros daban cuenta del dramatismo de lo ocurrido, el Presidente asistía al 75 aniversario de la Escuela de Comando y Estado Mayor Mariscal Andrés de Santa Cruz, en Cochabamba.
El Presidente volvió a apelar a la broma, en referencia a las reuniones que tiene en la madrugada con el Alto Mando Militar.
“Generalmente a las 05:00, 06:00 de la mañana nos reunimos; decirles a las esposas, si sus esposos salen 04:30 de la mañana es por Bolivia, no es por Evo, por si acaso… salvo que algún comandante se haya desviado esa madrugada, no creo”, dijo.
El ímpetu presidencial ya ha cobrado fama, si decide actuar, actúa, y quiere ver resultados, se dice. Años atrás un contralor contó que el Presidente vio filas en la Contraloría del Estado, en la madrugada, preguntó qué pasaba y ordenó resolver la situación. No hubo más filas.
Había que imaginar al Presidente en un escenario como el de Palmasola el viernes en la noche, rodeado de cadáveres calcinados y testimonios sobrecogedores, asumiendo la decisión de poner punto final a la situación actual del sistema penitenciario; pero rodeado de oficiales militares engalanados y damas elegantemente vestidas, la imagen resultaba imposible.
En julio del 2012, el Presidente de EEUU suspendió sus actividades –en ese momento de campaña electoral– tras la masacre de 12 personas en Colorado. En febrero de ese mismo año, la Presidenta de Argentina también suspendió actividades por un accidente ferroviario que le costó la vida a más de 40 personas.
El drama de Palmasola, el fuego, el infierno que se devoró 30 cuerpos, llegó rápidamente a la ceniza, y la ceniza al viento, que es vecino del olvido. La agenda continuó, no hubo, siquiera, un minuto de silencio presidencial.
La autora es docente de literatura

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