viernes, 31 de mayo de 2013

fantasmas que existen, que tumban gobiernos, que son aliados del imperialismo, que provocan escacez entre otros de papel higiénico capaz de confundir al Sr. Maduro. Carlos Cordero Carrafa

A propósito de la visita del señor Maduro al paraíso de papel, que es Bolivia, se han vuelto a escuchar encendidos discursos que asocian al Gobierno estadounidense como el causante de todos los males y riesgos para la estabilidad de algunos Gobiernos latinoamericanos.

El acusar sin pruebas a alguien que no tiene posibilidades ni interés en defenderse es un viejo recurso al cual se echa mano para llevar a la opinión pública a debatir temas irrelevantes en lugar de profundizar en otras decisiones gubernamentales que afectan, interesan o provocan malestar en la sociedad. De este modo, inventando fantasmas y haciéndolos responsables, por ejemplo, de la escasez de papel higiénico en el mercado interno de Venezuela, se busca limpiar cualquier criterio opositor que amenace con provocar la ruptura de la democracia en el país caribeño, y, por otro, se intenta recomponer la imagen de un gobernante que nació a la política con una alarmante baja legitimidad.

Si la sociedad venezolana, amenazada por la inseguridad alimentaria y ciudadana, el despilfarro y la ineficiencia estatal, ingresa en un escenario de crisis y actores reales desplazan del poder a Maduro, el discurso que anunciaba la existencia de un fantasma que conspiraba contra su Gobierno se habría cumplido. Por lo tanto, sería la prueba de que los fantasmas existen y que el imperialismo efectivamente conspira contra todo gobierno popular y democrático. En su defecto, si se supera la crisis económica con masivas y costosas importaciones, las cuales resuelven, provisionalmente, la contradicción de un país rico que no es capaz de producir papel para sus necesidades íntimas, los discursos que ven fantasmas maquinando conspiraciones habrían actuado como eficaces antídotos.

Por lo tanto, los discursos que inventan enemigos sirven para todo tipo de circunstancias. Si algunos Gobiernos fracasan, la culpa es del imperialismo. En cambio si los Gobiernos no sucumben en sus propios desaciertos, los discursos que hablan de fantasmas tienen el benéfico poder de frenar la arremetida del imperialismo.


Lo bueno o lo malo de inventar fantasmas es que a la hora de votar pocos o casi nadie cree en ellos ni en los discursos que hablan de conspiraciones extra-continentales. Los ciudadanos votan por aquellos líderes que despiertan confianza y son capaces de ofrecer respuestas y soluciones a problemas tangibles. No lo hacen por fantasmas que solo se encuentran en entretenidos y conocidos cuentos infantiles 

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