viernes, 3 de mayo de 2013

Manfredo Kempff califica de "chapuza judicial" lo que en quéchua se diría "la cham´pa" el enredo,, la maraña, el nudo que no se consigue desatar. el autor demanda Justicia y terminar con la farsa del caso Rósza-Soza


¿Alguien que no se haya dedicado a la investigación del ahora llamado “caso Rózsa-Soza” podrá seguir el hilo de todo lo que ha ocurrido desde hace cuatro años? Creemos que muy pocos. Escasos son quienes -como el cruceño Carlos Valverde por ejemplo- han seguido los acontecimientos minuciosamente, investigando, especulando con probabilidades, es decir haciendo una labor detectivesca. Nos hemos interesado mucho en esta chapuza judicial, pero debo reconocer que siempre pensamos tener en la mano la punta de la madeja y que, de pronto, al final, nos encontramos con tres o cuatro hilos de distintos colores.
Algo a nuestro juicio ha quedado claro: el único terrorista de todo este enredo descomunal ha sido el Gobierno. No hay necesidad de mayores pesquisas ni de nuevos fiscales, con cara de terroristas, que vengan a contarnos otra vez la historia del hotel Las Américas. Ahí, nadie se pierde, no hubo combate con intercambio de balazos, sino una simple y llana ejecución (si simpleza es matar a gente dormida en su cama). Eso está claro.
Lo otro que no tiene pies ni cabeza es la acusación de separatismo y magnicidio. Sobre el separatismo, no existe ni una sola prueba contra Santa Cruz que no sea el indicio de un audio de expresiones jocosas, ni siquiera muy claras,  en un día de asado y copas, entre los presuntos mercenarios muertos, donde no se reconoce la voz ni la presencia de un solo cruceño. Ahí se puede enlazar también el cómico cuento del magnicidio cuando una de las voces -al parecer la de Rózsa- dice que se hubiera podido poner una bomba en el barquito que llevaba a bordo por el Lago Titicaca a S.E. y parte de su gabinete y hacerlos flecos a todos.
¡Bravatas de farristas! Por supuesto, esas son pruebas concluyentes para el fiscal Soza.  Esta tontería es tan divertida  como la acusación de magnicidio contra el jovenzuelo que fue detenido con un Máuser descalibrado de épocas de la Guerra del Chaco, a más de diez mil metros de donde estaba S.E. Imaginamos el susto que se llevaría el inocente púber, cuando, en las celdas, los policías le dijeron con cara de pocos amigos, que estaba ahí por ser un separatista francotirador con intenciones de perforarle el duro mate a S.E.
Nunca supimos que cruceños, benianos o pandinos, hubiéramos tenido expresiones separatistas que pudieran preocupar a este gobierno ni a los anteriores. Así como los aimaras del altiplano, en la zona lacustre, izan banderas peruanas, dan vivas al Perú, y quieren tres puentes alocados de siete mil metros por encima del Titicaca, también pudieron aparecer en Puerto Suárez, quienes hicieran flamear banderas brasileñas, vivaran al Brasil, pidiendo un puente entre esa localidad y Corumbá. Naturalmente que a los indígenas los dejan que apedreen, bloqueen, incendien, y ahoguen a una población como Copacabana, pero, ¿y si fueran cruceños en la frontera con Brasil? ¿No estarían en la lista del fiscal Soza?
Ahora resulta que contra los acusados de terrorismo y separatismo del “caso Rózsa-Soza” no existen pruebas fehacientes, y que, para vergüenza de la judicatura nacional, el principal fiscal acusador -Marcelo Soza- prefiere dejar el caso, alejarse nuevamente de sospechosas vacaciones, huir en el fondo, cuando todo el país quiere saber la verdad de lo sucedido.  No se trata de anular el proceso, de que se reemplace a los acusadores, no es cuestión de que las cosas queden en nada. Hay que ir hasta el final para descubrir la tramoya. Esto no puede ser una pirueta jurídica más del Estado Plurinacional, cuando toda la nación quiere saber la verdad.
Ya lo hemos dicho que el daño que se ha hecho a Santa Cruz y los cruceños ha sido grande. Para neutralizar algo que el masismo veía incontenible y muy difícil de domar, se montó la tramoya del separatismo. Una vieja historia. Pero la vieja historia les resultó un negocio rentable porque fue el pretexto para acosar y perseguir a quienes podían frenar la invasión al oriente. Un negocio rentable hasta hoy.
Que el Gobierno aclare que todas las sombras que se echaron sobre Santa Cruz son falsas; si anhela tener presencia en el departamento que tenga la valentía de admitir que hubo un montaje absolutamente siniestro, y que no protejan más esta chapuza infeliz que tanto daño nos está causando a todos. Pretender hundir a la dirigencia cruceña les ha dado beneficios inmediatos, ha sido su objetivo, pero este es un tema que les va a estallar en sus narices más pronto que tarde.

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