jueves, 19 de agosto de 2010

subeditorialmente El Deber pone énfasis en la actitud prepotente, despreciativa, en relación a la rebelión en Potosí que puso en vilo al Gobierno!!!

Las secuelas de Potosí
Tuffí Aré Vázquez
Lo peor que hizo el ministro de la Presidencia fue calificar al mayor conflicto social de los últimos tiempos como un hecho ‘artificial’. La carga irónica en las palabras de Oscar Coca se remarca con su impresión de que el Gobierno perdió quizás ‘’alguna monedita” en la compleja crisis de 19 días. Sus expresiones no sólo ratifican que la arrogancia de algunos colaboradores de Evo Morales fue una de las causas de la inédita duración de este conflicto, sino que vuelven a echar gasolina al fuego que estaba terminándose de sofocar.
Las palabras de Coca son inoportunas y develan que algunos funcionarios del Gobierno no se darán por vencidos hasta cobrar la factura a sus adversarios por esta larga confrontación que aumenta el desgaste de la propia imagen presidencial, nada menos que en uno de los reductos electorales más fieles al MAS. Sólo una próxima votación podrá poner en evidencia el tamaño del costo político sufrido por Morales.
Coca sigue actuando como lo hizo durante todo el conflicto. No lee correctamente las causas de uno de los movimientos regionales más firmes de los últimos tiempos, que ha demostrado a otros departamentos la calidad del liderazgo potosino. En realidad, la valentía de sus dirigentes posibilitó la atención de demandas fundamentales para conseguir el despegue de ese distrito. No interesaron los colores políticos ni los intereses coyunturales para hacer prevalecer viejas reivindicaciones. Lo más sorprendente es que después de tanto sacrificio colectivo no se lamentaron pérdidas de vidas, como en otros conflictos de menor alcance. Potosí se ha ganado el respeto de todos por la forma de encarar su reciente lucha. La unidad de sus líderes y organizaciones sociales fue determinante para obligar al Gobierno a dialogar y ceder.
Terminado el conflicto quedan secuelas. Por un lado, hay personeros del Gobierno interesados en la venganza. El primero que, al parecer, cargará el peso de las represalias es el propio Gobernador Félix González, quien después de un comienzo dubitativo, se terminó desmarcando del MAS para respaldar a su región. Por eso el abrazo que le dieron los potosinos a su retorno de Sucre. “Es un traidorcito”, dijo el senador Isaac Avalos, en la vieja lógica de que primero está el partido y luego el departamento. Se ve venir también la venganza que se aplicará a otros masistas rebeldes, que resistieron la falta de atención gubernamental a las demandas de un pueblo postergado. La reciente caída de Joaquino puede ser una señal de las represalias.
Otras secuelas serán las económicas. El ministro Luis Arce dijo que el PIB nacional caerá, ya que la minería potosina sufrió pérdidas mayores a los 20 millones de dólares y los turistas cancelaron miles de reservas. Como se ve, no fue un conflicto artificial y no sólo se perdió una monedita, con tanta prepotencia e insensibilidad.

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