sábado, 7 de agosto de 2010

aunque el editorial no es concreto se debe ratificar a la tricolor como la bandera de la República de Bolivia. la whipala queda como bandera regional

Quizás sea conveniente que los legisladores nacionales mediten sobre los efectos conflictivos que produce la confusión del uso de dos banderas.

Bolivia transcurrió el 185º aniversario de su creación en medio de una polémica que no muestra señales de encontrar un acuerdo a raíz de la confusión creada por la nueva Constitución Política del Estado sobre los símbolos patrios, e incluso sobre el nombre de la República.

La celebración de este aniversario patrio se recordará por esta confusión, sobre todo la referida a la bandera nacional, que ahora tiene un símbolo que aunque no la sustituye, se propone rivalizar con ella.

El resultado de esta situación ha sido que en la celebración oficial del aniversario de Bolivia, que el Gobierno Nacional decidió se realizara en Santa Cruz, tuviera que haberse recurrido a una negociación sobre el uso oficial de la bandera whipala.

No existe otro país en el mundo que tenga dos banderas nacionales.

Las banderas han sido creadas para simbolizar la unidad y no la división. El caso más gráfico de ello es la bandera británica, que resulta de la superposición de tres banderas: la inglesa, la escocesa y la irlandesa, que dan forma y color a su enseña patria.

La tricolor boliviana tiene un significado similar, de suma y unidad, como lo enseñan los maestros en las escuelas de todo el país: el rojo es el homenaje a la sangre derramada por los héroes nacionales, el amarillo simboliza la riqueza mineral del altiplano y el verde la riqueza vegetal de las tierras bajas.

El argumento de quienes propusieron la whipala, y consiguieron incluirla en la nueva Constitución, es que se trata de un símbolo de los pueblos aymaras que ocuparon nuestro territorio, aunque no existe una demostración científica de que ello fuera cierto. En junio pasado, los deudos de los policías asesinados en Uncía repudiaron y quemaron esa bandera en la ciudad de Oruro porque alguna autoridad quiso usarla para cubrir los ataúdes.

Es decir que la imposición de ese nuevo símbolo patrio no es algo que hubiera sido consensuado por todos los bolivianos, ni siquiera en las regiones del occidente. Y, suponiendo que sí sea el símbolo de los bolivianos del occidente, no se toma en cuenta a las otras etnias cuyo origen está en otras regiones del país.

Por todo ello, quizás sea conveniente que los legisladores nacionales mediten sobre estos efectos conflictivos que produce la confusión de las banderas. Si la idea era dividir al país, confrontar a los bolivianos, lo han logrado. Habría que sospechar que si ésa no fue la idea, fue el resultado de un error que habría que corregir antes de que siga debilitando la unidad nacional.

El Parlamento tiene la autoridad suficiente para corregir ese error.

Respecto del nombre del país, la confusión es menor. Un país rodeado de cinco repúblicas ha decidido no llamarse república. Si Brasil tuviera que cambiar su nombre porque tiene 300 pueblos originarios, sería una confusión mayor.

Cuando se está en el mes de agosto y se debe conmemorar la Fundación de nuestra Bolivia, quizás convenga meditar sobre los factores de unidad y privilegiarlos, postergando los factores que provocan la división. Sería un homenaje a un país que necesita motivos para seguir adelante, como lo están haciendo todos los vecinos. (El texto es de La Prensa de LP, el título es nuestro)

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