viernes, 8 de noviembre de 2013

Lupe Cajías toma conciencia de la tendencia entre gobiernos autócratas de fastidiar a los medios, cuando les niega publicidad, financian separatas a precios millonarios, en medios de propiedad cubana, venezolana, paraguaya, mientras Evo se afana, "el 90% son ya amigos" están ya comprados, todo anuncia que vienen tiempos difíciles para la libertad de expresión.

Todo anuncia que vendrán tiempos peores para la libertad de expresión (…) mientras muchos periodistas, antiguos dirigentes, prefieren el silencio, ¿por comodidad?, ¿por complicidad?
Cuando hace unos meses, Raúl Peñaranda, interrogó sobre los rostros encubiertos de ciertos dueños de medios de comunicación, la respuesta oficial fue un torrente de presiones, de insultos y de agresiones contra él, su familia, sus colegas.
Mientras el asunto de la relación medios de comunicación y poder central sigue turbio. A ello hay que añadir las tendencias continentales en los países con regímenes del populismo neoliberal que usan similares armas: cerco económico a través de la publicidad o con vigilias impositivas; agresiones verbales permanentes y al más alto nivel; violencias ejercidas por patotas o barras bravas (turbas); y una compra casi enloquecida de testaferros o capitalistas del modelo socialista chavista.
Una diputada boliviana intentó llevar el debate al seno de la Asamblea Plurinacional sin recibir respaldo de sus colegas. El Congreso está ocupado en otros asuntos. Los temas de interés público no son de su prioridad.
El Ministerio de Comunicación niega publicidad estatal a los medios que considera “enemigos”, con diferentes argumentos (según quién pregunta a esas autoridades). Uno de ellos es “no dar dinero a esos que tienen plata”.
Lo curioso, espantoso para quienes luchamos por la libertad de expresión y una prensa democrática, es que financian páginas o separatas en medios de propiedad extranjera (¿venezolana?, ¿paraguaya?, ¿cubana?). En otras palabras, nuestros impuestos bolivianos enriquecen medios paraestatales con dueños que, como la vieja mafia siciliana, no aceptan ser fotografiados.
El presidente Evo Morales afirmó que el 90 por ciento de los medios de comunicación masiva en Bolivia ya son “amigos”.
¿Quiénes son los otros? ¿Son enemigos? Hace un par de semanas Morales volvió a atacar: “para cambiar nuestra patria, necesitamos cambiar los medios de comunicación”.
¿Cómo entender esas palabras? ¿Acallar las voces con pensamiento libre? ¿Será casual cómo la ATT llena de frecuencias el espectro radial, curiosamente cerca de radios con programas de debate para impedir escuchar Erbol o Fides?
La cereza de la torta fue el comentario presidencial sobre las radios mineras, otrora orgullo nacional. Cree que él ha regalado una emisora al sindicato de Huanuni, ¿con su dinero? Riñe públicamente a los comunicadores populares por algún comentario crítico.
Todo anuncia que vendrán tiempos peores para la libertad de expresión, incluyendo a las gloriosas emisoras sindicales.
Mientras muchos periodistas, antiguos dirigentes, prefieren el silencio, ¿por comodidad?, ¿por complicidad?

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