miércoles, 30 de octubre de 2013

qué título, mejor no cabe: "Evo XVI o el absolutismo democrático" cuando compara a EMA con el Rey Sol Luis XVI que terminó en la guillotina. Diego Rivera de El Deber, se luce

Cuando el aparato comunicacional del Gobierno comienza a posicionar el ‘Evo 2014’ o ‘Evo ‘14’, caigo en la tentación de compararlo con otro gobernante que cambió su apellido por el mismo número, Luis XIV, ‘Le Roi Soleil’, máxima expresión del absolutismo francés. Con 64 años en el poder, la monarquía del rey sol fue la más longeva de toda la etapa monárquica francesa, que terminó, como se sabe, en la revolución liderada por Robespierre en 1789, que trajo la declaración de los derechos del hombre y la cabeza de Luis XVI en la cesta de la guillotina.


Un par de siglos después y en versión plurinacional, Evo Morales intentará igualar la proeza del monarca francés, pasando a ser el presidente boliviano con más tiempo en ejercicio del poder, claro que esta vez, a diferencia del siglo de las luces, el Robespierre boliviano será un aliado y no un enemigo del poder constituido. No solo en el tiempo, sino en la forma de gobernar se pueden asemejar estos dos gobernantes; si a Luis XIV se le atribuye la frase “El Estado soy yo”, por acá entendimos “Se le mete nomás...”, lo demás es trabajo de los abogados, que se encargan de armonizar el Estado de derecho con la voluntad presidencial.

Sin duda que el reinado de Luis XIV inspiró a Diderot, Rousseau, Voltaire o Montesquieu.  Este último, justamente con el propósito de evitar el abuso de poder de los gobernantes, propuso un estado republicano basado en la separación de poderes a fin de garantizar el equilibrio y la justicia. En los tiempos actuales el problema aparece cuando uno de esos tres poderes (el Legislativo) toma la forma de rodillo, y el otro (el Judicial) termina subyugado ante el poder restante. Constitucionalmente sigue existiendo la independencia de los tres poderes, lo que garantiza un estado democrático, pero en la práctica, los tres poderes se confunden en uno solo, produciendo un absolutismo democrático.
Para cerrar el tema de las semejanzas entre estos dos gobernantes, adherimos la del culto a la vanidad, aunque en esta última, no creo que el museo de Orinoca alcance la majestuosidad de Versailles.

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