martes, 29 de octubre de 2013

cuando El Dia se refiere a "números mentirosos" nos habla de las hectáreas de coca, sobre Apolo, a los menos pobres de Bolivia, del censo Agropecuario...o sea mentiras del MAS, mentiras por doquier.

Los números hablan muy bien de la marcha de un país, de la calidad de gestión y también desnudan los verdaderos propósitos de los gobernantes. Por ejemplo, si tomamos en cuenta los números “oficiales” que se han ido publicando en los últimos siete años sobre la erradicación de coca, arrojan un resultado superior a las 60 mil hectáreas eliminadas. En otras palabras, si tuviéramos que creerle al Gobierno en este tema, deberíamos llegar a la conclusión de que ya no existe coca en Bolivia o la que hay es imaginaria, pero todos sabemos que existen más de 30 mil, más del doble de las permitidas por ley y algunos incluso aseguran que son más de 50 mil.

En relación al conflicto de Apolo y las provincias del norte de La Paz, la danza de números es de lo más estrambótica. Se plantea a la zona como el meollo del problema de la coca excedentaria y el narcotráfico, pero al revisar los datos del monitoreo que realiza la ONU todos los años, se observa que en aquella zona hay menos de 300 hectáreas de cocales, menos del uno por ciento del total y que el grueso de los cultivos ilegales, alrededor de diez mil hectáreas, están en el Chapare. La diferencia es abismal.

Se ha dicho que hay que reinventar la historia, pero al parecer pretenden también una nueva geografía. Según los discursos oficialistas Apolo es una región fronteriza, cuando en realidad, el límite con Perú está a cientos de kilómetros de aquel lugar donde no existe ni siquiera una fracción de la actividad delictiva que se da en San Germán por ejemplo, en el Choré, en Desaguadero o en aquellas narcocomunidades fronterizas del Altiplano de Oruro y de Potosí, donde combinan tráfico de drogas, con contrabando y robo de autos y otras mercaderías ilícitas.

Las cifras de dudosa procedencia, los números mal hechos y las cantidades que se manipulan a gusto no solo tienen que ver con el Censo, del que tanto se ha hablado en los últimos meses. También están relacionadas con los indicadores sociales que merecen mucha más seriedad. Desde el 2007 no se hacen encuestas sobre pobreza en Bolivia y lo poco que se conoce se basa en estudios elaborados por organismos internacionales que a veces privilegian la diplomacia por encima de la verdad o en el mejor de los casos, dicen verdades a medias. Eso llevó al Gobierno a afirmar el año pasado que 500 mil personas habían pasado de la pobreza a la clase media y hoy, el Ministro de Economía asegura que la extrema pobreza ha sido reducida en un 17 por ciento. Lo dice en base a cálculos que incluyen el índice de precios al consumidor, muy cuestionado por cierto, porque combina alimentos básicos con productos electrónicos en una sopa de mal gusto a la hora de hacer proyecciones sobre la inflación. En este caso el “error de cálculo” es superior al 50 por ciento según indica la Fundación Jubileo, recurriendo a un método más realista de conocer el aumento en el precio de los alimentos, el rubro que más afecta a los pobres.

Está en camino el Censo Agropecuario, del cual se conoce muy poco, pues no se ha publicado ni la metodología ni los verdaderos propósitos. Ojalá que los datos obtenidos con esta encuesta nos ayuden a planificar mejor la producción de alimentos y sirvan simplemente para justificar las políticas gubernamentales que no están conduciendo aceleradamente a la dependencia en el abastecimiento de artículos básicos. En este aspecto, el Gobierno asegura que Bolivia solo importa manzanas y trigo, pero la lista es mucho más extensa y abarca hasta papa, harina de yuca y también cebollas. Mentirnos en esto es sencillamente suicida.
Desde el 2007 no se hacen encuestas sobre pobreza en Bolivia y lo poco que se conoce se basa en estudios elaborados por organismos internacionales que a veces privilegian la diplomacia por encima de la verdad o en el mejor los casos, dicen verdades a medias.

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