martes, 5 de junio de 2012

tan grande es el tumulto, tan repititivo el estribillo, que Claudio Ferrufino quisiera dar a Evo lo que pide, con tal de que termine de apubullar con sus repeticiones, corrupto, prevendal, amenazante siempre en Tiquipaya como en Orinoca, es todo lo que culpa, no hay trabajo, producción repartiendo migajas al pueblo que mendiga... .

Lo dije hace mucho: den el Nóbel de todo a su majestad Evo Morales, incluso el de Química a ver si ya nos deja en paz y nos libra de escuchar las eternas peroratas sobre el proceso de cambio, la revolución, el imperialismo, etc. Que fueran opiniones sustanciosas, apuntaladas por un férreo conocimiento de los temas, tal vez valdrían la pena. Pero este cúmulo de generalidades, lugares comunes, bocetos, esbozos, ya pasó de moda. Simples, sí; básicos, también, pero no desinteresados. Detrás de los balbuceos del líder se esconden intereses muy fuertes, y no de los pobres.

Le hicieron creer que era el Dalai Lama, y se estancó ahí, tratando de ver –en vano- en las estrellas o en los fetiches aymaras su imagen de semidios redivivo. El gobierno de los míseros, supuesto reflejo de lo que ocurría en el país, ha sufrido transformaciones tan grandes que ha dado una vuelta completa y nos ha puesto ante lo mismo, nada que lo diferenciara del neoliberalismo, de la dictadura, de lo que en teoría se atacaba. 

Sucede que pasa como con la edad. Cuando comienza el bienestar, el cuerpo y la mente se aburguesan, y resulta que había sido de lo más cómodo, lo más placentero, convertirse en dueño, más si la posesión es el poder. Y Morales no tuvo estructura para hacer valer el voto popular y en verdad proponer algo nuevo, bueno y valedero. La omnipotencia lo abrumó, le hizo perder seso, o le impidió fundarlo. Se concedió a un niño, “travieso” para colmo, las riendas de un mandato que le quedó grande, excesivo. 

Terminamos así con un gobierno de dirigentes, lo de corrupto ya viene impreso, de prebendalismo y hurto dirigencial. Las bases sirven para votar, para levantar la mano en un pueblo demasiado acostumbrado a caminar en recua. Volver, siempre volver, al caudillo, a la orden, a la imposición, al cuchillo, al chicote, a la horca como alguien dito Colgarico anunció hace poco.  Nos quedamos atrás, bien atrás, y seguimos, cangrejos andinos de corteza dura, sin sentir que los chicotazos que nos dispensan solo nos humillan, nos destruyen.

Se reúne la OEA, en la bendita Tiquipaya. El panorama boliviano es desolador. No hay trabajo, no hay producción ni agrícola ni industrial. Nos manejamos en las superestructuras, en el discurso -cualquiera- que se impone a un reino de sordos y mudos, donde el tartamudo y el tuerto imperan. Se le echan (al pueblo abstracto) migajas; en Tiquipaya se le tira la bazofia interminable sobre la reivindicación marítima, extendiendo la mano a los otros, mendigando, obviando que la respuesta para todo, incluso para la costa pacífica, está en un país productor, empresarial, defensor de y cuidadoso con sus recursos naturales, ávido de explotar a través de la educación sus recursos humanos. 

Eso no quieren los amos; nunca en la historia han deseado que sus sirvientes se ilustren, porque el poder del conocimiento y la palabra los descalifican. El masismo no se distingue de ellos. Gobierno de élites. No hay diferencia alguna entre un capitalista y explotador gringo y uno aymara. Es economía, no pellejo.

La CIDOB se entrevista con el dudoso Insulza, secretario de la OEA. Éste le promete reunión con la Comisión de Derechos Humanos. Listo, basta para que el amo se lance contra ella y despotrique que por qué no se investigan los derechos humanos en el norte. Sigue la lección del moribundo de Caracas, a quien no le conviene siquiera que se hable de DDHH. Estamos de cabeza. 

Por más que lo he intentado, no encontré asomo de anglosajonismo en los descalzos indígenas que marchan para proteger sus tierras, en contra del interés de los millonarios, de los capitales, de los narcos. El fantasma del fascismo se pasea por la América Latina, no el del comunismo. Y para comprobarlo escucho en el alejado televisor la voz de Rafael Correa, el ecuatoriano, mintiendo, mintiendo, y… sufriendo parece, porque habla como mater dolorosa, no como varón.

No hay comentarios: