lunes, 5 de abril de 2010

la prensa potosina considera que la derrota de Evo en las Alcaldías es "el rechazo al miedo"

Si limitamos el análisis de las elecciones de ayer a los diez municipios más importantes del país encontraremos que el MAS ganó en sólo tres de ellos.

¿A qué se debe ese resultado a tan poco tiempos de unas elecciones nacionales en las que el partido oficialista ganó tan contundentemente?

Una de las habilidades de los políticos es que suelen leer los resultados a su conveniencia, así salgan derrotados de una pugna electoral.

Eso ocurrió ayer cuando las fuerzas políticas que participaron en las elecciones departamentales y municipales proclamaron sus victorias aunque los números hayan reflejado una realidad diferente.

Así, el presidente Evo Morales señaló que el Movimiento Al Socialismo (MAS) fue el ganador de los comicios ya que su presencia subió notoriamente en las gobernaciones y municipios del país. Desde otra óptica, también podría decirse que el MAS fue derrotado porque ganó en sólo tres de las diez alcaldías más importantes del país.

Por tanto, aunque los números digan otra cosa, existen diversas maneras de leer los resultados de las elecciones de ayer.

Con esa libertad, bien podríamos decir que los resultados de las siete alcaldías que ahora aparecen en manos de los opositores y las de las gobernaciones que permanecen con los impulsores de la resucitada “media luna” expresan nítidamente la división entre el área rural y urbana que ya se reflejó en los anteriores comicios.

Por otro lado está el rechazo al mensaje de odio que se fortaleció en las últimas semanas desde el oficialismo. ¿Es que una sociedad medianamente civilizada puede aceptar que le digan que el gobierno central no trabajará con las gobernaciones y alcaldías que no sean afines a él? Esa fue una de las razones, aunque quizá no la principal, por las que el MAS perdió la importante Alcaldía de La Paz.

Existe una fracción en el MAS que cultiva el revanchismo, ese deseo de cobrar venganza por ofensas de las que sólo tenemos una versión. A estas alturas del siglo, ¿hasta qué punto es válida la historia que nos contaron de la conquista española?, ¿no cabe la posibilidad que el discurso de los 500 años haya sido —provechosamente— utilizado para justificar una parte importante de cierta doctrina política?

El revanchismo se expresó en las últimas semanas con las amenazas veladas que partieron del Órgano Ejecutivo. ¿No recuerdan esas advertencias a lo que dijo un embajador de Estados Unidos cuando advirtió que no había que votar por el candidato del MAS?

La votación de la clase media se pronunció contra ese tipo de actitudes. Esa es la lectura que hace este medio y, desde luego, está sujeta a cualquier debate.

En lo regional, no sólo se advierte un rechazo a la política del odio sino también la voluntad de un pueblo que eligió hace ya dos comicios a un ciudadano para alcalde y no lo acepta en otro cargo, ni siquiera en el de presidente del Estado.

El problema es que, a causa de la política del odio, puede ser que ahora afrontemos una división todavía mayor entre la Alcaldía y la Gobernación, que todavía se llama Prefectura.

El gobernador electo se resistió ayer a comprometerse a trabajar conjuntamente con el alcalde de la oposición que ganó las elecciones. Más que prudencia, en su actitud se notó miedo. ¿Hasta tanto llega el totalitarismo del MAS?

Empero, esa es una lectura circunstancial como resultado de las elecciones de ayer. En la lógica política, las cosas pueden cambiar a partir de hoy. Por el bien de la región, esperamos que así sea.



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