lunes, 4 de enero de 2010

muchas coincidencias de los medios, como La Prensa que ven nubarrones en el panorama político para el 2010. Presagios?

Por esa especie de magia que se apodera de corazones y mentes, despedimos el año viejo con una patente y regocijante sensación de alivio, dando así por superadas las innumerables cosas malas, las frustraciones, los problemas graves, en fin, que nos ensombrecieron de verdad el ir y venir cotidiano en el tiempo reciente pasado.

Y envueltos en esa magia ilusoria meditamos inundados de optimismo sobre aquello que es vulgar, silvestre y corriente entre nosotros, de “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. En suma, con pensamientos de ésta o de parecida jaez, despedimos el Año Viejo, que más nos merece quejas casi a la generalidad de los mortales, y aguardamos con reverdecidas esperanzas el tránsito por los meandros del año nuevo que ya hemos comenzado a transitar. Mas, los indicios bajo los cuales se ha venido anunciando el nuevo año, este 2010 que ya discurre, por supuesto, distan mucho de ser real y francamente alentadores o cuando menos llevaderos. Indicios desalentadores que, sin ser muchos, tampoco puede decirse que son pocos ni sería cabal subestimarlos considerándolos simples nubecillas batidas por los vientos en la inmensidad de los cielos de nuestra patria.

Empezando con las precisiones en cuanto a los mentados indicios, tenemos que apuntar, entre las que más nos estremecen, las que conciernen a las elecciones de abril próximo para designar a las autoridades regionales. Y no es como habitualmente se piensa al enfocar la materia eleccionaria, la trampa o el manejo fraudulento de la justa lo que embarga nuestra preocupación, aunque nunca el manoseo grande o pequeño se puede descartar en este ejercicio.

El indicio preocupante, aunque también lo es el de la praxis viciosa del proceso eleccionario, en especial por los detentadores del poder, lo es más, mucho más, el de la falta de unidad que se percibe en los cuadros ciudadanos que están al margen del absolutismo gobernante y que, pese a las ya pasadas experiencias y la muy reciente de las elecciones presidenciales, pueden servir en bandeja de plata prefecturas y alcaldías a los encumbrados ya en las supremas y codiciadas estructuras administrativas y políticas del Estado ahora bautizado como “plurinacional”.

Por todas las circunstancias que tenemos a la vista, por las señales claras y estrujantes que se dan confirmando la falta de unidad para encarar la próxima cita eleccionaria y evitar que la consulta sea un reflejo irreparable de la que le antecedió en cuanto a sus resultados, cómo no predecir que estamos a punto de consolidar un pleno avasallamiento servido por mano propia y, para colmo, no en bandeja de plata, sino de oro.

¿Será que aún queda tiempo para reflexionar y cambiar de actitud resignando apetitos bastardos?

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