lunes, 15 de agosto de 2011

José Gramunt se refiere a la justa de octubre cuando podría pronunciarse la palabra mágica NO o NULO que haga trastabillar a un régimen asentado en la prepotencia y en la arrogancia de sentirse "predestinado" de las divinidades ancestrales a las que invoca cuando le apetece.

La práctica política evoluciona de tal manera que hoy en día, para voltear a un régimen no hacen falta, necesariamente, ni coronelazos ni “allons enfants de la patrie” ni “asaltos al palacio de invierno”. La estabilidad de un gobierno o su pérdida de confianza pueden depender de una palabra, difundida en el momento oportuno en una determinada sociedad y asimilada por una mayoría ciudadana.

Sin la pretensión de hacer pronósticos, que no siempre se cumplen, el plan monosilábico del “no” en las próximas elecciones judiciales de octubre, será capaz de deslegitimar los nombramientos de esos nuevos magistrados. Aquella elección, hábilmente transformada en plebiscito podrá constituirse en un grave revés para un sistema político actual, basado en la judicialización de la política.

Sin embargo, de aquí a Octubre pueden ocurrir muchos imprevistos. Por de pronto, la primera sorpresa fue que el Sr. Presidente que nos tiene acostumbrados a furibundas reprimendas contra todo lo que se le oponga en su camino que, él cree ser su destino previsto por sus divinidades ancestrales, no empapelado en algún tribunal por hacer la propaganda del “no” maldito. Cierto que Don Evo llamó traidor a Juan sin miedo, antiguo colaborador en la conformación del MAS, pero enfado no ha ido más adelante. Sea cual fuere el resultado del “no”, constituirá una perforación horadada en la misma base de la confianza y popularidad del Sr. Presidente y su equipo ministerial.

Este contratiempo perturba la paz ineficiente y satisfecha en que ha estado viviendo el equipo gobernante en estos años de uso y abuso del poder. Esto no es todo. Al gobierno le  ha salido una suerte de divieso que le perturba la existencia. Es el conflicto con los pobladores originarios del Territorio Indígena, Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS)  Como es sabido, el Gobierno decidió construir una carretera en aquella zona del país, y cuenta para ello con un aporte brasileño  de 300 millones de dólares.  Pero la carretera es una amenaza contra la preservación del parque nacional, esa reserva de enorme valor ecológico. Los originarios y las agencias conservacionistas se oponen a la construcción de ese camino asfaltado y, consiguientemente, se resisten al “progreso modernizador” que generará. Las petroleras que se animen a invertir no se comportarán muy cuidadosamente con el aire, el agua, la tierra, la flora y  la fauna de la que viven los nativos. Y de aquí en adelante surgirán otros muchos problemas cuyo enunciado no cabría en este comentario.

Todavía hay otra plaga más dañina. No es ningún secreto que los colonizadores cocaleros están ampliando su frontera de cultivo ilícito de coca y su conversión en droga. Por otra parte, los madereros ilegales están talando árboles de maderas finas, sin importarles ningún plan de repoblación forestal, y exportando las troncas de contrabando a los países vecinos.

Conclusión: Una sola palabra, monosílaba, el “no”, puede horadar gravemente la confianza ciudadana en el gobierno; la sonora sigla TIPNIS ya está profundizando la división entre el MAS y los pueblos originarios del parque nacional. Estos dos conflictos han hecho perder a unos amplios sectores de la ciudadanía, lo que todavía les quedaba de confianza en el gobierno.

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