lunes, 8 de febrero de 2010

"la semana del dolar-gate" Lucas Colonna de La Nación acertó con el título de crónica sobre Néstor Kirchner que se recupera luego del mal rato


Lucas Colonna
LA NACION

Néstor Kirchner cumplía con su habitual rutina sobre la cinta de caminar, cuando sintió un fuerte dolor en el brazo izquierdo. Era la mañana de ayer y en la sala de ejercicios de Olivos reinaba la tranquilidad: sólo retumbaba el sonido de la lluvia. Había programado un domingo sin reuniones, a diferencia de los últimos fines de semana, en los que los encuentros políticos en la residencia presidencial fueron la norma.

Según el relato a La Nacion de uno de los funcionarios del Gobierno que franquea los portones de Olivos, Kirchner se preparaba ayer para bajar los decibeles, limpiar la cabeza y comenzar a urdir un plan para recuperar su poder de fuego e injerencia en una agenda política que, como pocas veces antes, comenzó a vislumbrar por demás adversa y entreverada para sus objetivos.

Habían pasado siete días de pésimas noticias, cuando lo sorprendió la obstrucción arterial que obligó a su intervención de urgencia. Fueron, de acuerdo con los habitués del poder K, los siete días que rebasaron el vaso.

El clima de ayer en el Gobierno era inusualmente dominguero. Hasta su vocero, Alfredo Scoccimarro, había logrado lo que no conseguía desde hacía meses: refugiarse en su quinta familiar, a sabiendas de que en la jornada no había actividades previstas.

Otro de los hombres del círculo íntimo presidencial, que habló con La Nacion, hasta se dio el lujo de ir a la cancha. Y otros, sencillamente, viajaron a sus provincias de origen pues no había habido ninguna convocatoria oficial.

La interpretación de lo sucedido entre los hombres de la política que frecuentan a Kirchner es que la última semana fue un vendaval de malas noticias y dolores de cabeza para el ex presidente.

Varios legisladores encumbrados que lo ven con asiduidad confiaron que nada, absolutamente nada de lo que ocurrió en la semana que pasó le resultó indiferente al ex mandatario. De acuerdo con la opinión de estos hombres, Kirchner expresó con el cuerpo la tensión y la ira que le provocó, sobre todo, el revuelo político suscitado por la revelación respecto de su operación de compra de dólares en octubre de 2008.

"La semana pasada fue muy intensa. No lo había visto tan ofuscado desde el voto de Cobos", dijo a La Nacion un hombre que lo conoce bien y que tuvo protagonismo en la jornada en que el vicepresidente abrió la grieta que hoy lo separa del Gobierno.

Ni siquiera aquellos que salieron a defenderlo mediáticamente le aportaron tranquilidad. Por el contrario, algunos sólo lograron irritarlo aún más. Fue el caso del piquetero Luis D?Elía, que, con la intención de justificar los hábitos económicos del ex presidente, dijo que el abuelo de Kirchner era un usurero.

Las últimas órdenes que impartió a sus colaboradores fueron cuidar el dólar de las especulaciones tras la designación de Mercedes Marcó del Pont en el Banco Central y reorganizar las fuerzas que lo acompañan para dar forma a su proyecto político. Ahora, el PJ y la transversalidad pueden esperar.


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