jueves, 5 de marzo de 2009

originarios puros sin mezcla ni influencia cultural no llegan al 20%, mientras que los mestizos alcanzan 65% (cholaje) revela encuesta científica


Bolivia un país de mestizos
Mauricio Aira

Quienes planificaron la destrucción de la República de Bolivia para erigir en su lugar una utópica comunidad o confederación de pueblos originarios, contaron con todo el apoyo posible en recursos humanos, estudios y métodos de lucha para lograr sus propósitos el principal de los cuales y el punto de partida consistió en mostrar la conformación social como sostenida por la indiada, el indigenismo, los originarios, así se dieron modos y trabajaron para mostrar los resultados del último censo general de la población como eminentemente indígena si revisamos los resultados oficiales mostraban 65% por ciento frente a un 35% de mestizos y blancos, consecuentemente Bolivia debía ser regida por su mayoría el pueblo originario.

A partir de aquel hecho se lanzaron a la conquista del poder, con todo el frenesí y la potencia de sus inspiradores vale decir, una élite de radicales de izquierda, involucionistas del sistema socio-político imperante, de organizaciones no gubernamentales en busca de la legalización de las drogas, anarquistas y porqué no nombrar a los grupos españoles renegados contra la monarquía. Había que destrozar los vestigios del colonialismo realista y retomar desde dentro sus reivindicaciones de independencia y soberanía regionales al estilo de ETA.

Ahora que el Fondo para la Democracia de la ONU, ha publicado el resultado de sus investigaciones en base a encuestas y trabajo de campo dando por sentado que el 68% de los bolivianos son mestizos y sólo el 20% se pueden considerar indígenas-originarios, con una minoría de blancos hoy como ayer estimada en algo más del 5%, se ha hecho la luz y las anteriores cifras caen por su peso, aunque se anota que no existe contradicción fundamental porque gran parte de los mestizos convienen en ser parte de algún grupo originario.

Recién ahora los expertos en la materia se explican el interés político que había primado en 2001 para mostrar a la población boliviana como pertececiente a alguno de las más de treinta etnias, cuando hoy la Fundación que ha realizado las encuestas advierte que idea predominante es que “todos se consideran bolivianos” con valores nacionales antes que estrictamente localistas. El estudio ha ido más allá puesto que indagó en las causas para explicar el retraso de Bolivia, “es que persiste la desconfianza de unos a otros” y la carencia de valores humanos de liderazgo que pudiesen orientar a la Nación en forma unida.

Por primera vez aparece el concepto de discriminación por el color de la piel, y por el nivel económico de las familias. Se reveló también que el boliviano considera que la Iglesia Católica es la institución más reconocida por los ciudadanos y por la confianza en sus medios de comunicación. La aprobación aunque en porcentaje menor colocó a las fuerzas armadas, a las organizaciones del Estado como la Corte Electoral y el Gobierno. Manifiesta reprobación contra el Defensor del pueblo, los movimientos sociales y los partidos políticos se extrae de la importante muestra.

Así la pregunta tramposa del Censo 2001 que no consignó la palabra mestizo está quedando develada como un intento de ignorar la nacionalidad boliviana y de poner de relieve una pertenencia étnica para lo que vendría más adelante generando entonces un debate al que muchos no le asignaron la importancia debida. Tenemos que reafirmar sin ambages el pueblo boliviano es pueblo de mestizos e indios, cohesionados por la unidad republicana. Nadie debería sentirse humillado o tratado injustamente cuando se le llama mestizo. Es la calificación más pertinente y cabal. Quién hubiera podido predecirlo que un estudio realizado en aplicación de estrictas normas éticas como el que nos ocupa hubiera sido el arma de la verdad para pulverizar la supuesta mayoría indígena que el partido de gobierno ha sostenido como base fundamental de su intolerancia, discriminación, de su falso orgullo y vanagloria.

Ha sido suficiente un medio período presidencial para imponer o tratar de hacer creér a la ciudadanía que el único grupo étnico privilegiado, que podía gozar de todos los derechos y recibir los favores del Estado era la mayoría indígena de condición hegemónica y autoritaria al punto que los demás grupos le estarían sujetos y subordinados. La forma de pensar y de actuar de la élite narco-anarquista reinante logró imponerse hasta ahora porque buscó el enfrentamiento, atizando odios y revanchas con ideas estrambóticas y hasta ridículas como la de culpar a la CIA de todos los males, incluídos la corrupción y el raterío.

Se tiene entonces una nueva luz en el horizonte que se ofrece a los patriotas bolivianos, porque la verdad se está decantando en el descubrimiento de la corrupción galopante, en el inconmensurable daño económico y moral causado por el narcotráfico, en la aplicación de una justicia comunitaria que estremece por su crueldad e impudicia, en cada uno de los actos de un régimen al que el pueblo mestizo reprueba y condena.






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