sábado, 9 de julio de 2011

catedrático de ética de la Universidad de Córdova pregunta porqué no le plantearon a Evo asuntos vitales que tienen que ver con el consumo de cocaína en Argentina y en aquella ciudad. Aurelio García Elorio

El presidente de la República Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, estuvo en Córdoba el jueves 30 de junio último. A primera hora, el gobernador Juan Schiaretti lo recibió en el aeropuerto local y lo distinguió con una condecoración provincial y el intendente Daniel Giacomino hizo lo mismo al nominarlo como Visitante Ilustre de la ciudad. Luego, la rectora Carolina Scotto lo designó Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba.

El común denominador de todos los discursos de bienvenida fue exaltar los logros políticos de Evo Morales. Y fueron tan efusivos que el visitante llegó a decir: “Me quieren más en la Argentina que en Bolivia (...)”.

Ausencias en los discursos. Me detendré en estas líneas en las otras cosas que se le debieron decir a Evo Morales a su paso por Córdoba y que, lamentablemente, ese día no se pronunciaron.

Se le debió haber dicho, por caso, que nuestra ciudad tiene una verdadera emergencia en el consumo de cocaína de origen boliviano, al punto que la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico de la Nación (Sedronar) calificó a Córdoba, en 2007, como la ciudad más expuesta al consumo de drogas en la Argentina, que, por otra parte, ocupa el primer lugar de consumo de cocaína en Sudamérica.

Se le debió haber dicho que la propia Universidad Nacional de Córdoba (UNC) debió crear el 23 de mayo último el programa “Bien estar”, para reducir los niveles de consumo de los estudiantes y sensibilizar a la población universitaria sobre ese flagelo.

Al ser Bolivia el proveedor por excelencia de cocaína y pasta base de coca de la República Argentina, se le debió haber preguntado por qué Bolivia aumentó 22 por ciento el área sembrada del arbusto de coca durante el gobierno de Evo Morales, mientras que Perú y Colombia recortan las superficies sembradas, según los informes de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (Jife), de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La pasta base de coca que llega de Bolivia a Córdoba y se “cocina” en cientos de lugares de nuestra ciudad se abona, en general, con autos robados en nuestra provincia. Y no sería raro que varios de esos vehículos sean de padres de alumnos o incluso de profesores de la UNC. Entonces, ¿cómo no preguntarle a Evo Morales por qué su partido, que domina la Asamblea Nacional (el Congreso boliviano), llevó adelante una ley tendiente a blanquear esos autos robados? La norma fue aprobada el pasado 9 de junio.

¿Qué podrá pensar de nosotros Evo Morales, que sabiendo que se está envenenando a nuestros hijos, en especial a nuestros estudiantes, que son nuestro futuro, y sabiendo que se está canjeando pasta base de coca por autos robados que provienen de nuestro trabajo y esfuerzo, en vez de decírselo, lo homenajeamos con todas las distinciones que tenemos a mano?

¡Qué Universidad tan particular la nuestra, que homenajea a quien no ayuda a proteger la vida y la salud de sus propios estudiantes, y qué lectura de la realidad hace un gobernador, que sabiendo que la droga destruye día a día la provincia y que se paga con el robo del propio patrimonio de sus habitantes, brinda fiestas y homenajes a quien poco hace para remediarlo!

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