lunes, 28 de junio de 2010

Osito Mier sueña con la tricolor, rojo, amarillo y verde que los masistas quieren humillar y suplantar por otra. sueño de salir la tricolor finalista

Adolfo Mier / Humorista

De tanto soñar con el África, terminé en Los Negros. Con los pies en la tierra y los brazos en alto. Unas veces para gritar gol otras para cosechar papayas. El sábado vi flamear la tricolor boliviana en el mundial y volví a soñar en mi país al revés. Al eterno ausente, productor de jóvenes valores que luego de ganar sus primeros quintos terminan sus ilusiones en la cantina de la vuelta de su barrio pobre. De ese país ausente de líderes que no los tiene ni siquiera para hacer oposición política, menos los tendrá para construir un futuro futbolero.


Unos buenos tipos, hinchas que dan su tiempo y dinero por su club, pero no le hacen a este negocio, a esta permanente ilusión y solo nos frustran cada año. No salen proyectos reales para que se nos dé, aunque sea de vez en cuando, la oportunidad de soñar.


Ghana, desde su nombre, es triunfador. Tenemos banderas similares, subdesarrollos parecidos, pero ellos van hacia delante y nosotros sólo llegamos a ser hinchas televisivos que escogemos a quién apoyar, porque las puertas del mundo futbolero para Bolivia están bajo la llave que cierra la improvisación, la ineptitud y la falta de talento en todos los niveles. Por eso soñé con Ghana. Si es cuestión de nombre podemos cambiar Bolivia por Ghanabia o por Golibia que es similar al triunfo, pero después pensé que no es Bolivia que tiene que cambiar nombre, sino los bolivianos de actitud.


De principio, a lo mejor nos traemos unos veinte ‘gañeses’ y los acomodamos en los Yungas. Les enseñamos a bailar saya, a querer este país, los nacionalizamos y, como las banderas son iguales, van a poner todo ese coraje y fuerza que expusieron en la cancha, pero jugando por la casaca boliviana. Si los alemanes tienen polacos y un negro naturalizados (Hitler, debe haberse muerto otra vez) ¿por qué no hacer algo así, para ser felices?
Otra fórmula es casarnos y tener hijos con las ‘gañeses’, pero eso es a largo plazo y mi adorada suegra no aceptaría que yo me presente de voluntario.
Mientras estudiamos qué hacer, la tricolor estuvo flameando y eso nos volvió a vivir de una alegría prestada. La diferencia es que su bandera tiene una estrella negra. Nosotros, en fútbol, un futuro negro y estrellado.


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