sábado, 11 de julio de 2009

existen alternativas para una salida legítima a la crisis en Honduras sostiene Emilio Martínez. CiudadanoX

Ahora que finalmente la racionalidad parece estar volviendo a los principales actores de la comunidad internacional, reemplazando a la histeria inicial fogoneada por Hugo Chávez y sus aliados, y que se empieza a reconocer la complejidad del conflicto interno hondureño, incluyendo la necesidad de escuchar a todas las partes y de promover el diálogo en lugar de la imposición, no está de más analizar las posibles alternativas de acuerdo que podrían perfilarse en la mesa de negociación que llevará adelante el presidente de Costa Rica, Óscar Arias.

La elección del mandatario costarricense como mediador podría ser un acierto de Hillary Clinton, si tenemos en cuenta el importante rol que éste tuvo en la salida concertada del conflicto armado de Nicaragua, que culminó en el desalojo no violento del régimen sandinista por la vía electoral, gestión que le valió a Arias el Premio Nobel de la Paz.

Entre las alternativas de pacificación para Honduras, encontramos la que parece desprenderse de ciertos mensajes oficiosos emanados desde presuntas fuentes del Departamento de Estado, a la que podríamos denominar como el Plan Zelaya: retorno de José Manuel Zelaya a la Presidencia de Honduras hasta la finalización de su mandato, con poderes limitados, desistiendo de llevar adelante la consulta para la reforma constitucional y amnistiando a quienes participaron en su destitución.

Frente a esta propuesta se iría dibujando otra, surgida desde el gobierno interino hondureño y a la que llamaremos el Plan Micheletti: adelantamiento de las elecciones generales, con Roberto Micheletti en la Presidencia y dando garantías de transparencia electoral a los partidarios de Zelaya. Amnistía para José Manuel Zelaya, quien podría retornar a Honduras y hacer campaña por un candidato de su fuerza política.

Aunque ambas fórmulas contienen importantes concesiones hacia el bando contrario, que podrían bajar los decibeles del enfrentamiento, siguen suponiendo la derrota de una de las partes, dato que sin duda llevará a un previsible empantanamiento de las negociaciones.

Ante este posible escenario, el desafío de la comunidad internacional radica en construir una salida relativamente salomónica, que pueda zanjar la disputa. Esta hipotética tercera opción podría incluir: segunda sucesión constitucional, asumiendo la Presidencia de Honduras el titular de la Corte Suprema de Justicia. Reestructura del gabinete para la conformación de un gobierno de unidad nacional, con ministros de perfil concertador e incluyendo a partidarios moderados del ex presidente Zelaya. Nombramiento de un nuevo Alto Mando militar. Adelantamiento de las elecciones generales con garantías de transparencia electoral. Amnistía recíproca para Zelaya y para quienes participaron en su destitución. Acuerdo para la desmovilización de ambos bandos.

La preservación del sistema democrático en Honduras sólo será posible con una fórmula que consagre una paz “sin vencidos ni vencedores”.

* El autor es escritor y periodista.
http://ciudadanoxbolivia.blogspot.com

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