viernes, 28 de marzo de 2014

Humberto Vacaflor se refiere a la declaración de los Obispos "estamos perplejos" y parodia "todos estamos perplejos" de los escándalos de cómo Evo maneja "la cosa política y los excesos por doquier. no hay respuestas, es que las evidencias son tales...

El gobierno está demorando demasiado en usar el manual que tiene para responder a los obispos, y decirles que están haciendo política, ahora que se han declarado perplejos por la corrupción y los escándalos.
Mientras esta columna era preparada, los memoriosos voceros del MAS no habían insultado todavía a los obispos ni les habían dicho que eran neoliberales, como suelen hacerlo con presteza cuando la tormenta no es tan grande.
“Están haciendo política”. El propio presidente Evo Morales usa ese sonsonete cada vez que el cardenal Julio Terrazas alude al narcotráfico, sin advertir que está mostrando la hilacha más comprometedora de su gobierno.
La demora en la respuesta a los obispos quizá se explique por una peligrosa combinación que se está dando ahora: una lluvia de escándalos y denuncias, por un lado, y el hecho de que los bolivianos están dejando de tenerle miedo al gobierno.
Es alentador pero sobre todo reconfortante observar cómo el miedo, que hasta hace poco era casi total, al que desafiaban sólo algunos réprobos que fueron relegados de los medios del sistema, ha ido disminuyendo.
Se podían contar con los dedos de media mano a los columnistas críticos del gobierno y ahora ocurre exactamente lo contrario. ¡Qué alivio! ¡Ufa!
Hay que admitir que para llegar a este momento el gobierno ha hecho el mayor aporte. Los conductores del proceso de cambio han cometido tal cantidad de errores, o delitos, que dejan poco margen a quienes están de su lado.
Quizá los bolivianos se cansaron de ser tomados por tontos y quisieran que el gobierno explicara, de veras y en serio, qué es este carnaval de corrupción y extorsión, como dicen los obispos.
Los anuncios de inversiones millonarias han perdido impacto desde que se difundieron los informes sobre el descalabro en que están casi todos los proyectos en que fueron gastados más de 95.500 millones de dólares (el cálculo es de José Luis Parada).
El gobierno revolucionario, de cambio radical, ha pasado a ser un gobierno que sólo sabe sobornar. Sus únicos argumentos para ganar o retener apoyo es hacer anuncios millonarios.
Esas inversiones son hechas con un perfecto descriterio.
Está gastando ahora 28 millones de dólares para una cumbre del G-77 mientras los benianos se ahogan.
Estamos como en Venezuela, aunque aquí no hay, todavía, ningún general preso.

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