martes, 11 de marzo de 2014

ante el palpable fracaso de una diplomacia opaca y débil, qué corresponde? volver a la tradicional diplomacia, y reponer un elenco de profesionales que pongan en alto el nombre de Bolivia reclama El Deber de manera contundente

Desde el advenimiento al poder del Movimiento al Socialismo (MAS) se proclamó una nueva ‘diplomacia de los pueblos’. Se pretendía llegar a niveles populares en materia externa y sensibilizar a la población vía los llamados ‘movimientos sociales’. También era una manera de decir adiós a lo que el MAS consideraba una diplomacia ‘burguesa’, que, según el partido en función de Gobierno, no era apta para lidiar con los temas de la nueva agenda internacional. Han trascurrido ocho años, la mentada nueva diplomacia no brinda frutos. Es más, hace aguas por todos lados.

Las quejas contra el servicio exterior son constantes y no solo provienen de la oposición. Desde diversos ámbitos del oficialismo se criticaron actitudes en materia de conducta diplomática, todas ellas reproducidas por los medios de comunicación.

El único que se salva en este campo es el propio jefe de Estado. Debe reconocerse con hidalguía que como consecuencia de su fuerte personalidad y de sus propias acciones, Bolivia viene logrando algunos éxitos internacionales. El proceso debería ser al revés. Primero el trabajo minucioso de una diplomacia profesional guiada por claras pautas de política exterior emanadas de la Cancillería y luego el remache presidencial final. Si acá se tendría que esperar ese método usual de formulación estaríamos de fracaso en fracaso. Por suerte, el señor presidente surge por encima de las deficiencias. Más allá de algunas críticas acerca de sus formas de proceder, él impone lo suyo y lo hace bien. Es la realidad.

La formulación de toda política exterior se realiza mediante un meticuloso plan y este se lo pone en práctica por medio de su brazo ejecutor, la vieja diplomacia. Los diplomáticos están en la primera trinchera externa, son quienes deben ejercer delicadas tareas de representación, información y negociación. Mayoritariamente, los que están ahora o no lo hacen bien o no están haciendo nada. Si de la diplomacia pasamos al tema consular (protección de nacionales en el exterior e impulso de las relaciones comerciales), una vez más trastabilla la máquina burocrática de la actual Cancillería.

Es hora de volver a la diplomacia tradicional, que por lo demás funciona muy bien en todo el orbe y así lo viene haciendo desde hace siglos. Innovaciones demagógicas o simple palabrería no sirven. Lo que sí es vital: un cuerpo diplomático profesional dedicado a servir los intereses de Bolivia. Alguna vez lo tuvimos. Ahora hay que volverlo a armar luego de este palpable fracaso.

Consejo Editorial: Pedro F. Rivero Jordán, Juan Carlos Rivero Jordán, Tuffí Aré Vázquez, Lupe Cajías, Agustín Saavedra Weise y Percy Áñez Rivero

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