jueves, 3 de marzo de 2016

cuatro asuntos focaliza Erika en su texto. 1.el mega escándalo FONDOIC, 2. el "EvoZApata Gate" (me gusta la denominación), 3. los crímenes en El Alto y 4. la retórica del Vice García que menosprecia a los ciudadanos y pretende dar lecciones que no cuajan, lo descalifican. lindo texto, amiga!

Cuando no alcanza la tinta para compartir el análisis de las lecciones que nos dejó el 21F y la secuela de eventos que no terminan de asombrarnos, hago un esfuerzo supremo para hacer un punteo de ideas que rondan machaconamente en mi cabeza.
Reitero, fue un error político convocar a la prueba de amor que Evo Morales requirió a su pueblo. Con pesimismo, infiero que el altísimo costo monetario directo e indirecto de la consulta, es proporcional a la sensación de división sembrada en una sociedad que ingresa en una espiral de broncas, lealtades ciegas y desconfianza creciente. ¡Justo cuando se ciernen desafíos políticos, económicos e institucionales impostergables!
Más que amores y desamores fue tiempo de desencantos. Cuatro fueron las estocadas cuyas profundas heridas no sólo desnudaron las desviaciones del “proceso de cambio”, sino ante todo nos recordaron la naturaleza terrenal y mundana de un Evo antes blindado y encumbrado en el Olimpo.
1. El mega escándalo del Fondo Indígena quitó la máscara de un modelo marcado por la gestión prebendal y corporativa en filas de quienes se atribuían ser vanguardia moral de la humanidad siendo el sujeto político privilegiado y central del proceso.
2. El “Evo-Zapata gate” atenaza los muros del palacio presidencial; eclipsa y distrae la atención respecto a las sospechas de uso indebido y tráfico de influencias. La verdad se esconde en el laberinto de tanta mentira, frivolidad, machismo envuelto de vanidad e impostura revolucionaria. Evo Morales, el imprescindible, el padre protector, alfa y omega del proceso además de reincidir en irresponsabilidad paterna, como cuando fuera diputado, batió el récord en hacer de los contratos por excepción la norma y regla del proceso.  
3. Lo ocurrido en la Alcaldía asediada de El Alto y la torpeza de un viceministro abrió los ojos de miles de creyentes.  La tragedia revelo de manera descarnada, el modus operandi del régimen cuando de administrar y atizar conflictos se trata, para terminar inventando e imputando a enemigos más imaginarios que reales.
4. La retórica vicepresidencial preñada de una actitud colonial expresa no otra cosa que la subestimación profesada a las bases populares que consolidan el núcleo duro del MAS. A contra ruta de su solemnidad académica, sus metáforas catastróficas sobre el fin de los tiempos sin Evo parecían pensadas para perpetuar la condición de súbditos en interlocutores que más bien requieren de una verdadera  pedagogía ciudadana. Ese discurso no cuajó en más de 600 mil  ciudadanos que votaron por Evo el 2014 y optaron por rechazar el intento personalista y concentrador del poder.  
Termino reclamando algo de cordura frente a tanto desatino. No cedamos a la provocación presidencial de convocar a un Referendo Revocatorio, reto al que accedió de modo reflejo el gobernador Patzi, seguramente cansado de tanto boicot centralista a su gestión. Tampoco hagamos eco de las voces que demandan la renuncia del Presidente y sumemos voces para desterrar excesos discursivos  funcionales a la necesidad gubernamental de inculpar de todo y nada al imperio y sus lacayos.
Implorar a la prensa no forzar prematuramente el debate sobre la disputa de poder inevitable en torno a la sucesión y recambio de liderazgos al interior del oficialismo y en el bloque de fuerzas de la oposición. Cortemos en seco todo intento de distraer a la opinión pública de la obligación que tiene “Evo terrenal” de gobernar y dejar gobernar a quienes en alcaldías y gobernaciones optaron por la oposición. Pienso de manera especial en Soledad Chapetón y el asedio oficial que no da tregua ni perdona a quienes en urnas les despojan del poder.
Sería estéril pedir autocrítica respecto a la soberbia y autoritarismo interpelados por una mitad del país. Queda claro, reconciliación y pacto plural patriótico son conceptos que ni Evo ni su entorno pueden entender para pena y perjuicio de nuestra democracia y todos los bolivianos.    
La autora es psicóloga, cientista política y exparlamentaria.

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