domingo, 6 de marzo de 2016

con valentía y de frente al Gobierno, El Deber asume su defensa. no es la primera vez que desde los ámbitos del poder, nos formulan acusaciones falsas por defender a Bolivia, línea observada a lo largo de 60 anos. "tenemos mucho camino recorrido y estamos curtidos en las más duras batallas" sentencia.

Las palomas intentan volverse contra las escopetas en el escandaloso episodio que salpica la figura del presidente Evo Morales y a su entorno, tomando en cuenta los virulentos y desaforados ataques lanzados por funcionarios del Gobierno buscando tender cortinas de humo y alentando el descrédito de los medios de comunicación y de los periodistas empeñados en desentrañar la verdad de los hechos. 

El Diario Mayor EL DEBER no ha quedado al margen de la torpe embestida oficial que hasta pronostican su desaparición "por mentirle el país". Sin embargo, para desconsuelo de sus impulsores y agoreros, ni adjetivos antojadizos ni malos vaticinios hacen mella en lo más mínimo en esta casa periodística, que mantiene incólume una línea ética de más de 60 años y su devoción por la democracia. Cuenta, además, con la fidelidad y preferencia de sus lectores, que confían en su credibilidad e independencia, de ahí que reafirma su compromiso con la patria y la vocación de servicio a su comunidad, a las que este medio se debe exclusivamente.

No es la primera vez, y probablemente no sea la última, que le atribuyen a EL DEBER, en particular desde los ámbitos del poder, alineamientos políticos, supuestas 'campañas' en pro de determinadas figuras e intereses, 'afanes desestabilizadores', 'acciones tendenciosas' y otras especies que son producto de afiebradas y fantasiosas elucubraciones.
En circunstancias similares a las del presente, cuando solamente quienes no ven más allá de sus narices o desconocen la límpida historia de EL DEBER e intentan hacerlo blanco de sus fobias y desvaríos, hemos expresado que, en más de medio siglo, este diario ha sustentado firmemente una línea editorial e informativa sin cálculos ni temores. Una línea inspirada, forzoso es repetirlo, única y exclusivamente en el servicio a la nación, a la comunidad y a las buenas causas. Mantener esa línea, sin concesiones, ha sido difícil e incluso peligroso, sobre todo en épocas –que guardan semejanzas con la actual– en que las libertades públicas eran atropelladas por el autoritarismo y la soberbia de los mandones de turno. No nos arredraron, sino que nos fortalecieron en nuestra tarea, que no es otra que la búsqueda de la verdad.

Siempre ha resultado deleznable y estéril el propósito de echar sombras sobre EL DEBER, como el de intimidar a sus periodistas. Tenemos mucho camino recorrido y estamos curtidos en las más duras batallas. Se hace necesario subrayarlo ahora que los áulicos del poder saltan a la palestra con sus bravuconadas.

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