martes, 23 de septiembre de 2014

suave. cuidadoso El Deber para juzgar el negativo rol diplomático de un régimen que improvisa, descalifica, menosprecia a los diplomáticos de carrera de la Cancillería y los sustituye por masistas incondicionales (3 o 4 excepciones) y que está produciendo el aislamiento diplomático de Bolivia frente a sus pares del continente.

El Gobierno se ha caracterizado de manera rotunda por la poca importancia que le ha dado a su política internacional. No significa que sus relaciones exteriores no hayan existido porque es imposible que eso suceda en una nación. Cuando nos referimos a la política internacional, queremos afirmar que Bolivia ha actuado, desde 2006, con una diplomacia que no coincide como debería con los grandes intereses que tiene el país.

Si en algo ha existido un ‘cambio’ real, ha sido en la diplomacia. Comenzando por una conducción inexperta en las altas esferas del poder y continuando por haber eliminado a la planta de funcionarios de carrera del servicio exterior en favor de empleados sin formación profesional, preferentemente afines al partido de Gobierno. Se politizó el Ministerio de Relaciones Exteriores como antes nunca y los resultados no podían ser satisfactorios. Nueve años después parece que el Gobierno empieza a echar mano, tibiamente, de algunas pocas personas que, si no son diplomáticos con experiencia, tienen, por lo menos, formación y sentido común.

La Cancillería no puede ser un sindicato de aficionados que nos lleve a crear una diplomacia tercermundista porque eso es muy peligroso. Las relaciones de un país deben ser lo más amplias posibles, alcanzar a toda la comunidad internacional sin fijarse en diferencias ideológicas. No es tolerable estar en pugna permanente con EEUU, alejados de importantes naciones europeas, y tal vez, lo peor, indiferentes a los vecinos y entusiasmados con los países del Caribe y satrapías islámicas.

Nuestras relaciones con Brasil, por motivos del narcotráfico, no están en el nivel que deberían, siendo nuestro principal comprador de gas. La amistad del presidente Lula no se ha heredado a través de la señora Rousseff. Y como hemos preferido la ALBA a la Alianza del Pacífico, tampoco podemos afirmar que nuestra amistad con Perú y Chile se destaque. El caso de Chile sería admisible por el pleito marítimo, ahora en los tribunales de La Haya. ¿Pero Colombia y México, los otros dos socios de la Alianza? ¿No nos estamos quedando aislados en Sudamérica?

La despenalización de la coca, la defensa del medioambiente, la hostilidad hacia Israel, son los asuntos que más han preocupado al presidente y a la Cancillería en la ONU. Como el bloqueo de Cuba en cuanto foro internacional existe. Y no es que algunos de esos temas carezcan de trascendencia, sino que hay intereses prioritarios que Bolivia está descuidando 

Consejo Editorial: Pedro F. Rivero Jordán, Juan Carlos Rivero Jordán, Tuffí Aré Vázquez, Lupe Cajías, Agustín Saavedra Weise y Percy Áñez Rivero

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