viernes, 21 de octubre de 2011

El Deber escribe para la historia. Una marcha inolvidable que impone olvidar la carretera por el TIPNIS y buscar sendas que no dividan el hermoso parque tesoro de la naturaleza


Después de caminar 66 días y recorrer 600 kilómetros, y ascender hasta los 4.700 metros sobre el nivel del mar, la heroica marcha de los indígenas del oriente llegó a la ciudad de La Paz y tuvo el mejor de los recibimientos.
Aunque el presidente Evo Morales no sostuvo ningún contacto a la llegada de los marchistas, fue el pueblo boliviano, representado por los habitantes de La Paz, el que abrió los brazos y dio a estos ciudadanos el mejor de los mensajes.
El gobierno del presidente Morales sabe ahora lo que tiene que hacer respecto de su proyecto de carretera entre Chapare y el Beni: debe evitar el tramo a través del parque nacional Isiboro-Sécure.
Todo lo demás, todos los pretextos, todos los argumentos y todas las demoras, no tienen ningún sentido después de que el pueblo paceño dio a los marchistas el más caluroso recibimiento que se haya visto jamás.
Es probable que el Gobierno central tenga que cambiar el contrato con la empresa constructora, modificar trazos y costos, pero lo cierto es que no puede atravesar el parque con una obra que permitiría el ingreso de los cocaleros, que quieren destruirlo.
Los paceños que recibieron a los marchistas gritaban “Tipnis somos todos”, una frase que sintetiza el mensaje de los bolivianos.
En la historia de las marchas de los pueblos que llegan hasta la sede de Gobierno para plantear sus exigencias, esta debe ser la más heroica porque enfrentó todo tipo de desafíos y de ataques.
Fue acusada de ser financiada por los Estados Unidos, por las Naciones Unidas, por las ONG, por partidos políticos, por grupos de poder, en fin, fue acusada de todo, pero la marcha cumplió su objetivo.
El 25 de septiembre la marcha fue atacada de manera perversa por tropas policiales, en una acción que jamás se había visto en el país.
Todo el poder mediático del Gobierno se lanzó contra la marcha, para difundir informaciones falsas, como decir que los marchistas exigían que se interrumpa la explotación del gas en el Aguaragüe.
Pero la opinión pública boliviana no cayó en la trampa. Los bolivianos mostraron que tienen mucha perspicacia y pueden distinguir entre la verdad y las falsedades.
Bolivia acaba de pasar por un episodio histórico. El pueblo ha demostrado que está cansado del manejo prepotente y soberbio del poder político.
La carretera que unirá Chapare con el Beni deberá ser mejor diseñada, revisado todo el proyecto, modificados los precios, eliminados los eventuales sobreprecios, y quizá pueda concretarse.
Por el momento, el pueblo boliviano, entero, le ha dicho al Gobierno que el proyecto que tenía estaba equivocado. Que no se pueden construir carreteras a través de parques, porque así lo mandan las leyes de este país. Que los bolivianos no están decididos a aceptar imposiciones y que los gobernantes, todos, deben someterse a la voluntad de la ciudadanía.
La democracia participativa, que propicia el gobierno del presidente Evo Morales, exige que los gobernantes entiendan los mensajes de la ciudadanía, sobre todo cuando son tan contundentes y unánimes como el presente.


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