lunes, 24 de enero de 2011

sorprende que sea La Razón que con gran claridad y síntesis le señala al Presidente los temas por resolver en esta Hora Decisiva

Aciertos y errores matizan el balance de los cinco años de Evo Morales en el poder. Un lustro no es mucho en términos de historia, pero basta para sacar conclusiones de una gestión de gobierno y esperar avances en un país repleto de carencias como Bolivia. Habiendo sentado las bases del Estado Plurinacional, se acaba el tiempo para plasmar la teoría en la práctica.

La pobreza no espera; ha disminuido en la última década, pero aún tiene al país en terapia intensiva. La falta de empleo requiere de menos retórica y más acción. A esta altura, resulta inadmisible que nos jactemos de contar con 10.000 millones de dólares en reservas del BCB (más del doble del PIB nacional), un contexto internacional favorable para las exportaciones de materia prima y, sin embargo, padezcamos los mismos problemas de siempre.

La legislación acompaña poco a poco a la nueva Constitución, en lo que el Gobierno denomina la refundación de Bolivia. Una ley educativa, otra de pensiones y la que busca erradicar la discriminación son tres ejemplos de ello. La letra refleja el espíritu del cambio que impulsa el MAS, ahora toca lo más difícil: transformar la vida de los bolivianos.

Entre los puntos a favor de la administración de Morales se cuentan sus políticas sociales de beneficio directo a los sectores tradicionalmente más desamparados. La entrega de bonos es una forma válida de atacar la pobreza, pero insuficiente; exige el fortalecimiento del aparato productivo nacional, en la búsqueda de la generación de empleos. El Estado, aun siendo actor principal en la economía, debe tener de aliados a los empresarios para apoyarse también en la inversión privada. El combate a la corrupción es otro acierto y se espera lo mismo para el contrabando, una de las debilidades reconocidas por Morales, y para el narcotráfico, que ha ganado terreno el último año.

En lo económico, la piedra angular de los hidrocarburos continúa estática. Es necesario un relanzamiento de YPFB y estimular a las petroleras para que produzcan combustibles líquidos; un tema irresuelto que, luego de las oscilaciones por la subvención de carburantes, ha repercutido en la popularidad del Presidente. Y el Gobierno tendría que evitar rencillas políticas que no conducen a ningún lugar, porque se vienen tiempos difíciles y mejor será que trabaje en el fomento al agro para garantizar la seguridad alimentaria. El diálogo con la oposición, por otra parte, continúa siendo una cuenta pendiente.

De las relaciones exteriores, sobresale la demanda marítima, que se va clarificando con una política de acercamiento a Chile menos timorata que la demostrada hasta ahora. En general, de aquí al 2015, el Presidente deberá ajustar las clavijas a sus ministros para que le entreguen resultados concretos; la población no se contentará con más promesas.


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