lunes, 18 de enero de 2016

reconoce el pais, que la situación de Bolivia es diferente a la de Venezuela, aunque ahora mismo es extremadamente riesgosa en lo financiero. se requiere mesura en el gasto y disciplina fiscal. todo para evitar que Bolivia se coloque en la misma o peor situación que la de desastre en Venezuela.

La crisis económica venezolana estaba instalada desde hacía años en ese país y lo que faltaba era, solamente, que sus gobernantes la reconocieran abiertamente. Un trance de esa magnitud no se puede esconder al pueblo, mucho menos cuando son los ciudadanos los verdaderos afectados por tales vicisitudes. Es así que, el viernes pasado, el presidente Nicolás Maduro, en un Informe ante la Asamblea Nacional, presentó un decreto de “emergencia económica” que tendrá una vigencia de dos meses.

El presidente Maduro – de muy mala relación con la mayoría imperante en el nuevo Parlamento – debió pedir el apoyo de la oposición para proceder a salvar una contingencia tan grave. No ha recibido un cheque en blanco de sus adversarios políticos, pero sí la promesa de colaboración siempre que se establezca un diálogo donde se salvaguarden los intereses de esa nación y se dejen de lado las culpas del desastre a la guerra económica de la derecha o del “imperialismo” y se admitan responsabilidades que datan desde hace bastante más de una década. 

Sabemos que desde los primeros años de gestión del presidente Hugo Chávez, la economía venezolana se manejó mal, dispendiosamente. Hubo un estatismo desbordante, por tanto desdén y acoso con la iniciativa privada; no se desarrolló el sector de alimentos y un inmenso porcentaje de los abastecimientos estuvo sujeto a las importaciones; y la nación permaneció atada, casi exclusivamente, a sus exportaciones de crudo. Derrumbado el precio del petróleo a partir del año pasado, y al haberse reducido en más del 70% el ingreso de divisas, estaba claro que una economía “monoproductiva” no tendría otro destino que el caos más completo. Alta inflación y decrecimiento económico completaron un cuadro muy peligroso.

La situación boliviana es diferente a la de Venezuela y en estos momentos no se puede apreciar una situación extremadamente riesgosa en Bolivia. Sin embargo, pese al optimismo gubernamental, analistas económicos e instituciones financieras aconsejan mesura en el gasto y una necesaria disciplina fiscal. Se menciona que nuestra economía está “blindada” y que las tasas de crecimiento no caerán, pero sería indispensable que el Gobierno, para evitarse problemas a mediano plazo, se ubique en la realidad, que razone, trabaje, y dialogue, para que, con la caída de los precios de nuestros productos de exportación, los bolivianos no tengamos que sufrir situaciones semejantes a la Venezuela chavista.

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