domingo, 10 de enero de 2016

Lupe Cajías desde El Deber, llama la atención de esa repetida actitud de los entes oficiales "me da la gana" o sea yo hago lo que me viene en gana y no obedezco a nadie. actitud que parte de Evo, sigue con Alvaro y se repite ad infinitum por los que no obedecen la Ley, ni la autoridad, sino sólo su capricho.

Uno de los síntomas más evidentes del subdesarrollo, de un país desordenado, es el incumplimiento de reglas que ayudan a mejorar la convivencia. En las naciones con menor Índice de Desarrollo Humano este signo salta en las actividades cotidianas, lo cual –como es obvio– empeora las posibilidades del desarrollo sustentable y armónico.

¿Qué sucede cuando esa actitud comienza en el discurso y en el accionar de sus principales autoridades? Es el desastre; lo dice la teoría y lo dice la historia y demasiados ejemplos a lo largo y ancho del planeta, sobre todo del ‘Cuarto Mundo’. Fue la tónica de las dictaduras en América Latina y en el Caribe desde los años 30 del siglo pasado. Es la peor herencia del socialismo chavista.

Sin embargo, el presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera, además de ministros y magistrados, desafían a la opinión pública en cada acto masivo que patrocinan. Morales provoca al propio Tribunal Supremo Electoral (TSE) a sancionarlo porque convoca a votar por el Sí a su permanente reelección en la entrega de cualquier obra realizada con dinero estatal. Lo mismo hace García Linera, agregando además sus insultos o acusaciones contra personas o fantasmas.

Parecería que quieren tensionar a los miembros del TSE que les deben el visto bueno por su nombramiento. Una innecesaria y antidemocrática postura quiere obligar a José Luis Exeni a atreverse a castigarlos o a ponerse en evidencia.

“Me da la gana”, dice Gisela López, directora de Canal 7 Bolivia TV, la misma persona que hace una década renunció a un trabajo en la Vicepresidencia porque no aceptaba imposiciones a su ser pensante. ¿Por qué no va a gastar impuestos del público para publicitar por horas las giras de quienes le dieron el puesto?

“Me da la gana”, dice el conductor de la flota que sale tarde o el minibusero que se detuvo esta mañana en una cuesta para impedir que otro lo pase. Total, que se molesten los otros bolivianos. O el chofer que el domingo se puso a arreglar su ropa y a charlar con su compadre aunque atrás una ambulancia pedía permiso.

Todos los habitantes de Bolivia, desde pequeños, aprendemos esa ley de la selva y la practicamos de una u otra manera, con más o menos intensidades. Inquilinos, pasajeros, peatones, políticos, ciudadanos. No pensamos que cada uno de esos actos que, aparentemente, nos sacan más rápido de algún asunto, en el largo plazo nos crean más problemas individuales y colectivos, físicos y emocionales.

El propio Gobierno no comprende que está haciendo exactamente lo contrario de lo que esperan los indecisos

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