domingo, 17 de enero de 2016

curiosa forma de razonar, conceder a los artistas, a los escritores, a los periodistas "licencias especiales" para penetrar los abismos del mal y escribir o testimoniar desde allí. interesante por cierto la idea de El Penoco

No deberíamos ser tan duros con los actores Sean Penn y Kate del Castillo por haber roto algunas barreras éticas y morales para conocer de cerca los entretelones del narcotráfico mexicano, a través de un encuentro exclusivo con el capo más grande, Joaquín “El Chapo” Guzmán. 

los artistas, los escritores, los periodistas debían gozar de cierto fuero que les permita ir más allá de dónde pueden alcanzar los ciudadanos comunes. Deberían ser como agentes encubiertos que a veces no tienen más remedio que actuar como criminales para dar con los peces gordos. 

Si escritores de la talla de Soriano o de Gabriel García Márquez, también fallecido, se hubieran metido por ejemplo, a las entrañas del Fondo Indígena, no hubieran tenido por qué inventar nada; se habrían dado cuenta que la realidad supera la ficción, que el talento sobra en el pueblo y que personas muy sencillas pueden imaginarse pueblos fantasmas, mercados donde no hay más que una pampa y proyectos de producción de huertos en zonas desérticas. 

Si el premio Nobel de literatura no hubiera tenido la posibilidad de sumergirse en estas realidades, Macondo jamás hubiera sido concebido.

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