sábado, 8 de febrero de 2014

Carlos Crespo Flores conocedor del tema Misicuni, se adentra en detalles para mostrar las fallas, los misterios, el dolo que esconde todo un menoseo que le costará a la región, es decir al Tesoro de la Nación la friolera de 40 millones de dólares más, antes de estar el proyecto concluído en su fase dos. lamentable!

A principios del pasado año, en un evento en el consejo universitario de la UMSS, por los 20 años de cooperación suiza apoyando el tema agua en Cochabamba, el presidente de la empresa Misicuni fue invitado como orador; en la fase de preguntas, el que suscribe estas líneas sintetizó las dudas, incertidumbres y denuncias que varios profesionales, ambientalistas, entes colegiados, políticos han señalado respecto a este proyecto soñado por la cochabambinidad. Mientras prometía que el proyecto estaría concluido a fines del pasado año, el ingeniero Alvarado me acusó de “especulador” a las observaciones realizadas, exactamente como hoy se estigmatiza a quienes han expresado disidencias respecto al proyecto mismo, y la forma como se lo ha manejado.
La presa no se ha concluido en la fecha prometida, por tanto las dudas y preguntas quedan y se ahondan. Esta vez deseo referirme a otro aspecto de la tragedia Misicuni. El misterioso señor Martín Rovira.
Los que escuchamos el informe del ingeniero Jorge Alvarado ante la Asamblea Departamental, acerca del estado de la obra y el proceso de rescisión del contrato con el Consorcio Múltiple Misicuni, hemos salido preocupados, mucho más luego de escuchar las denuncias del asambleísta Henry Paredes.
¿Qué tienen en común el megaproyecto hidroeléctrico Rositas/Río Grande, el parque Eólico Collpana, la carretera Toledo-Ancaravi y el Proyecto Múltiple Misicuni? Que en todos estos proyectos aparece el nombre de Martín Rovira Rada como responsable legal o de negocios de las empresas contratistas. ¿Cómo es posible aquello?
Paredes, con documentos en mano, señaló los vínculos y negocios del señor Rovira. Efectivamente, más allá de que la denuncia haya sido presentada por un miembro de la oposición, Rovira es el personaje que puede dar luces sobre una trama oscura, que puede tener conexiones con las más altas esferas de gobierno.
Como se sabe, Rovira Rada es el representante legal del Consorcio Hidroeléctrico Misicuni, con el que hoy el Gobierno, a través de Alvarado, está negociando la rescisión del contrato. En más de una oportunidad la empresa y la misma prensa local han informado la dificultad de ubicar al misterioso señor Rovira; pero, el mencionado está vivito y al parecer pasándola bien.
Martín Rovira es representante de una empresa que a estas alturas del partido, se puede afirmar, ha estafado al departamento de Cochabamba. Al estilo del Consorcio Aguas del Tunari, creado en un paraíso fiscal con un capital simbólico para adjudicarse una empresa de agua que valía millones de dólares, uno de los orígenes de la Guerra del Agua, el de Misicuni tiene entre sus socios empresas que tienen como oficina central la misma dirección en Bogotá, aunque un par de ellas se dice que son venezolanas. El viejo estilo de sociedades “truchas” para hacer negocios en Bolivia se reproduce.
Lo interesante es que Martín Rovira, como representante legal de la empresa CCI SRL (con la cual también participa en el Consorcio Misicuni) junto con Grandi Labori, la empresa italiana socia mayoritaria del Consorcio Múltiple Misicuni, y la empresa Bartos, el año 2009 se adjudicaron la construcción de la carretera “Toledo-Ancaravi, por un monto de casi 24 millones de dólares. Al igual que en Cochabamba, a pesar de haber recibido un adelanto, las obras no avanzaron, teniendo que rescindir el contrato. ¿Qué poder tiene esta empresa para no ser penalizada por tales incumplimientos?
Ahora, la cereza en la torta. En premio a sus acciones en Cochabamba y Oruro, Rovira hoy es representante de negocios en Bolivia de la empresa Hydrochina, la misma que ha construido el parque eólico de Collpana con un valor de 7,6 millones de dólares –cuando en realidad vale 7 millones y acaba de adjudicarse el proyecto hidroeléctrico de Rositas en el río Grande. En el caso de Rositas, proyecto con un valor de aproximadamente 1.500 millones de dólares, Hydrochina ha elaborado gratis el proyecto de factibilidad, donde elevan la capacidad de la planta, de 400 a 600 MW; ¿qué buenas personas los chinitos, no? Se sabe que Hydrochina está negociando la adjudicación de otro megaproyecto hidroenergético, Cachuela Esperanza. La pregunta inmediata es: ¿quién es este señor Rovira que parece tener influencia enorme en las redes del poder gubernamental para estar involucrado en los proyectos energéticos más grandes de este país? ¿Quién está detrás de él?
Mientras tanto, Cochabamba sigue ilusionada con el proyecto Misicuni, hoy convertido en coto de caza electoral de moros y cristianos. A pesar del optimismo de Alvarado, quien ha prometido a la Asamblea Departamental que en octubre-noviembre estará concluida la presa, no hay que ser ingeniero para darse cuenta de que es sólo una retórica electoral, pues el Consorcio saliente seguirá dando batalla jurídica, mientras tanto es difícil reiniciar obras normalmente; no es posible realizar las obras paralelamente; si se logra terminar la represa debe acumular agua, proceso que dura no menos de cinco meses. El 2016 recién podemos hablar de un final feliz de esta segunda etapa del proyecto –la primera fue el túnel– pero esto no lo dirán nuestros gobernantes.
Mientras tanto el costo de la presa seguirá creciendo (hoy en más de 90 millones de dólares; de hecho, Alvarado adelantó que requerirá nuevos 40 millones), y los decididores de la obra seguirán acusando a los críticos de este nuevo engaño, como “aventureros”, “especuladores”. Pero la pregunta continuará: ¿quién es el señor Martín Rovira Rada?
*Sociólogo

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