viernes, 30 de diciembre de 2011

Walter Zuleta se refiere "a los logros" del MAS en el Gobierno que nos sacó de productor de gas, nos situó como (2o.) en exportación de cocaína...y otras linduras


UN HERMOSO REGALO DE NAVIDAD

Walter H. Zuleta Roncal

¡Albricias! ¡Los bolivianos debemos sentirnos alborozados! ¡El Estado Plurinacional ocupa ya el tercer lugar –peleando por el segundo- en la producción mundial de hoja de coca! ¡Cuánta felicidad, este notición es el más grande regalo de Navidad que podíamos imaginar!
Y tan emotiva información me transporta en el tiempo a esos lejanos años cuarenta en los que nuestros maestros de escuela, haciéndose eco de los medios de comunicación y de la propaganda oficial,  se empeñaban en elevar el orgullo de mi generación porque nuestro país llegó a ocupar el tercer y alternativamente el  segundo lugar en la producción mundial de mineral de estaño.  ¡Y cuánto engreimiento generaba esa realidad!  ¡Alcanzar ese sitial con dominio de tecnología de punta de la época y contar con los recursos naturales que entonces suponíamos eternos!
Ese sueño redituaba a su vez especiales beneficios dignos de mención,  aunque no aplicables a toda la República. Por ejemplo, la provincia Bustillo que abarcaba menos del 5% del territorio y albergaba al 40% de la población total del Departamento de Potosí llegó como ninguna otra provincia nacional a incluir en su haber ferrocarril expresamente construido (Oruro-Machacamarca-Uncía), carreteras de primer orden, pista de aterrizaje, mediana fundición, prestigiosa escuela de enfermería, comunicación telefónica interna y telegráfica interdepartamental, instalaciones deportivas y habitacionales y algunos otros servicios como la “pulpería barata”, concedida a trabajadores de las grandes empresas mineras. Tal estado de cosas no permitió advertir por entonces que esa alta producción minera bien pudo generar mayores ingresos económicos de haber contado el país con una alta fundición de estaño. Pocos entendieron además que la exportación de minerales no beneficiaba al Estado en el margen apropiado, ni que a escasos treinta kilómetros de esta provincia favorecida por los avances de la tecnología minera del Siglo XX se abría una diferente realidad con la clase campesina sometida a usos y costumbres de la época feudal, producto del  desarrollo anormal de la Economía que siempre ha asolado a Bolivia.
Mas, todo eso ha dejado de tener relevancia y hoy principalmente por la adicional complacencia que nos proporciona la ONU. ¡hemos llegado también al tercer lugar –peleando por el segundo- en la fabricación de cocaína! ¡Y el segundo –pugnando por el primero- en el rubro de distribución en América Latina!
¡Qué sorpresa! Y yo que, ingenuo como soy,  pensaba por aquello de la “hoja sagrada” u “hoja divina” o “coca no es cocaína” con que nos atiborró la retórica oficialista, que la superproducción lograda por cocaleros  se destinaba al consumo tradicional y legal de nuestra  población   que igualmente creció en densidad por el retorno masivo de emigrantes y otras acertadas medidas de política demográfica de nuestro gobierno.
¡Cuánto júbilo! Que no hubiera sido posible de no mediar la conducción de nuestro preclaro comandante Evo Morales Ayma y su eficaz equipo de colaboradores que implantaron eficiente política económica y social que sabiamente incrementó de modo ilimitado, la inversión, ayuda y protección del Estado al sector cocalero,  privando a su vez,  por razones de orden estratégico y planificación,  de iguales beneficios a otros sectores de la actividad agropecuaria.
Esta y otras medidas de similar envergadura han colocado al Estado Plurinacional en el nivel de expectativa mundial que hoy nos llena de satisfacción. La explotación e industrialización del hierro del Mutún, apenas pendiente para su inicio,  de un juicio internacional con la empresa contratada.  La fabricación de automóviles eléctricos para aprovechar nuestras reservas de litio  cuya explotación intensiva ya casi empieza.  Creación de bonificaciones de atractivo  electoral a diversos sectores del pueblo con financiamiento de la fuente más segura que es el Tesoro Nacional.  Adquisición del “ Air Force One”, lujoso avión para ampliar las relaciones exteriores y satisfacer la curiosidad del jefe de Estado sobre exóticos países del planeta.  En comercio exterior, sustitución del antipático mercado estadounidense para nuestras exportaciones, por otro formado por países afiliados a ALBA, que aunque en conjunto no alcanzan a cubrir ni la milésima parte del volumen del comercio con USA, constituyen en cambio fuente de inspiración y de intercambio político doctrinal para nuestro jefe de Estado Plurinacional.
Y la más emblemática de todas, la nacionalización de hidrocarburos y consiguiente expulsión de empresas petroleras extranjeras, más el renacimiento de YPFB. La magnitud de esta realización merece digresión respecto a su contenido y desarrollo.
Se dice que antes de este histórico acaecimiento, más de 40 empresas petroleras extranjeras mediante contratos con el Estado , invirtieron recursos y tecnología en exploración y explotación de hidrocarburos, accediendo –en porcentaje promedio-  al 82% de los ingresos brutos generados por esta actividad, mientras que el Estado percibía apenas el 18%. Se menciona también que de este modo el país pudo confirmar el volumen de sus reservas gasíferas como segundo posible productor en América Latina .
Por estas razones don Evo Morales Ayma y su brillante equipo revolucionario ejecutaron la nacionalización de hidrocarburos expulsando a las empresas extranjeras y devolviendo “la dignidad al pueblo boliviano”.
Finalizada la fanfarria el asunto quedó definido con la modificación de los contratos respectivos, guardándose el Estado, representado por YPFB el 82 % y otorgando a las mismas empresas extranjeras apenas el 18%. Por alguna omisión involuntaria, el Gobierno no informó que anteriormente el 82% de las empresas cubría además de sus utilidades el pago obligatorio de impuestos al Estado, de regalías departamentales y los costos de operación, de financiamiento y de contingencia, que  a partir de la “nacionalización” pasaron a ser de responsabilidad de la empresa estatal.
No deja, sin embargo, de existir gente malpensada que abriga todavía dudas importantes: ¿cumplirá YPFB ,  del mismo modo que las empresas, el pago de impuestos, regalías y utilidades mejorando los ingresos del Estado?  ¿O tendrá como empresa estatal, que cubrir estos rubros con créditos del Tesoro Nacional o del Banco Central?  ¿De qué modo podrá asegurarse una explotación eficiente si los inversores exigen un país con seguridad jurídica?  ¿Será cierto que en circunstancias en las que se considera eficiente y exitoso un negocio que percibe utilidad fluctuante entre el 8% y 10% de su inversión, la “nacionalización” haya asegurado para las empresas extranjeras un ingreso seguro e inamovible del 18%, liberándolas de toda otra obligación?
Estas y otras maledicencias como las que señalan que de potenciales exportadores de gas nos hemos transformado en importadores de gasolina y gas licuado amén del diesel. Que igualmente hemos dejado de producir azúcar, harina, legumbres, hortalizas y hasta frutas que ahora importamos como nunca se vio en la antigua República de Bolivia, deben quedar definitivamente descartadas ante la noticia proporcionada por la ONU que nos afirma en el convencimiento que el Estado Plurinacional en el rubro de fabricación de cocaína, dentro de muy breve tiempo logrará un meritorio segundo puesto, peleando por el primero.
 Washington, Diciembre 29, 2011

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