domingo, 18 de diciembre de 2011

nos trae a la memoria Cayo Salinas que "golpe de Estado" es cuando con un bloqueo tumban a un alcalde...según Evo. cómo podrá calificar el mismo el golpe de Estado en el Beni?

Muchas veces en política los hechos se los enfoca atendiendo el cristal con el que se los mira. Algunos piensan que la destreza de saber y poder acomodar episodios en función a intereses coyunturales sirve para calificar a quienes son sus hábiles gestores. Otros, en cambio, piensan que actuar en función “al cristal con que se mira” no es más que una muestra de ausencia de valores a la hora de enarbolar posiciones. Lo anoto así, porque me llamaron la atención las palabras del Presidente de la República (insisto en República a la luz del Art. 11 de la Constitución) en ocasión del bloqueo en Yapacaní. “Antes las marchas y los bloqueos de camino eran para defender la democracia, para recuperar la democracia; ahora es todo lo contrario, los bloqueos son para que boten al Alcalde” dijo, por lo que calificó de “golpe de Estado a la alcaldía” el bloqueo que se llevaba a cabo en aquella localidad.
Que recuerde, desde 1982 la democracia nunca estuvo en riesgo. Al contrario, fue fortaleciéndose hasta alcanzar una madurez institucional que nos permite aseverar que aquella ha crecido cualitativamente. La asunción a la presidencia de un mestizo con arraigo en sectores indígenas como Evo Morales, por ejemplo, da cuenta del impecable comportamiento que el país supo desarrollar en ese campo. Otra historia es el retroceso desde el 2005 del ahora Órgano Electoral, por lo que claramente los bloqueos no sirvieron para el propósito planteado por el Presidente. En la época en la que Evo Morales era diputado y protagonizaba bloqueos de caminos, no se defendía la democracia porque de haber sido así, no tengo la menor duda que la gran mayoría de ciudadanos nos hubiésemos sumado a la medida. Las administraciones del 85 al 2005 sufrieron en carne propia los efectos producidos por los innumerables bloqueos de caminos y el país fue presa de ilícitos que no sólo afectaron su economía y su débil aparato productivo.
Los ciudadanos fuimos objeto de la conculcación más lesiva a nuestros derechos constitucionales, al punto que publicaciones de prensa llegaron a contabilizar el número de bloqueos y su incidencia en la industria y el comercio. Se cerraron empresas, se perdieron mercados de exportación, se generó un clima contrario a la inversión y se dieron las condiciones para tornar inviable el país con el efecto negativo que ello produjo en los gobiernos de entonces. Era evidente que cada bloqueo tenía una finalidad, pero también tenía un objetivo de orden político. Por tanto, Dn. Evo Morales tuvo mucho acierto en aseverar que un bloqueo de caminos es algo así como un golpe de Estado. Sus secuelas destrozan unidades productivas gestadas al calor de la libre iniciativa de personas convencidas que el trabajo es la única manera para generar crecimiento sostenido. Y como Evo sí tuvo razón en lo que dijo, compartirá conmigo ahora que es el funcionario público más importante del Estado, que un país no puede dar cabida a que una protesta se lleve a cabo impidiendo el paso de personas y motorizados.
La buena noticia es que los bloqueadores del pasado son los gobernantes del presente, y al serlo, se han percatado y en carne propia, que un bloqueo más allá de las derivaciones de corte constitucional, genera un incalculable daño a la economía e imagen del país. Por tanto, aguardo, –complacido, debo reconocerlo–, que las palabras del Presidente de la República sirvan para desterrar de una buena vez tan maléfica costumbre.      
  
El autor es abogado

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