domingo, 4 de diciembre de 2016

en forma ruda, fuerte El Deber llama la atención de los viajes permanentes de Morales fuera de su despacho. quién atiende los asuntos presidenciales? con toda precisión marca el Diario Mayor, esta forma extrafalaria de administrar Bolivia. son demasiadas ausencias.

En Bolivia no ha sido una rareza que los primeros dignatarios viajen demasiado y abandonen la sede de sus funciones. Desde luego que en los albores de la República, hacia mediados del siglo antepasado, se afirmaba que el Gobierno estaba “a lomo de bestia”. El presidente gobernaba desde donde se encontraba con su caravana, en caminos o poblados, afanado en sofocar revueltas o en hacerse conocer, a largas jornadas de Sucre o La Paz.

Durante el siglo pasado las comunicaciones fueron demasiado complicadas y lentas y los viajes presidenciales fueron moderados, hasta que se utilizó plenamente la aviación. El general René Barrientos fue uno de los mandatarios que llamó la atención por su movilidad, por su política de aproximación política a los campesinos, que lo hacía viajar por cualquier medio –principalmente aéreo–, de ahí que un accidente de helicóptero le costó la vida.

El presidente Morales, que cuenta con modernos aviones y helicópteros, ha llegado al extremo de que se le pueden contabilizar miles de horas de vuelo en sus más de 10 años de Gobierno y muchísimos miles más de kilómetros recorridos. Y lo preocupante es que el mandatario no despacha, como debiera, desde Palacio de La Paz porque todos los días se ausenta al interior del país y la gente se pregunta quién gobierna en su nombre. Sus desplazamientos dentro del territorio nacional son absolutamente exagerados –con el consiguiente costo en momentos de crisis– fuera de que no existe un evento internacional donde no quiera estar presente, aunque sea al otro lado del océano. El hecho de que el jefe de Estado viaje adonde le parezca, sin pedir autorización a la Asamblea Legislativa y sin informar sobre los resultados logrados en beneficio de la nación, hacen deplorable este proceder.

Si el presidente Morales descuida sus funciones específicas, resulta que también el vicepresidente viaja varias veces a la semana, desatendiendo la labor para la que ha sido elegido, que es netamente legislativa y nada tiene que ver con entrega de obras públicas o de orador en concentraciones políticas. Sucede, como en la semana que concluye, que tanto el presidente como el vicepresidente han estado ausentes del país, el primero en Cuba por las exequias de Fidel Castro y el segundo en Estados Unidos. Así queda la jefatura del Gobierno en manos del senador que esté a cargo de la presidencia de la Cámara, lo que no debería admitirse cuando el país atraviesa por circunstancias que no son las mejores.

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