miércoles, 7 de diciembre de 2016

Claudio que maneja el idioma con destreza, encuentra siempre el adjetivo adecuado, más aún cuando se trata "de meterle nomás" la máxima consigna de Evo para hacer lo que le venga en gana y luego responder "no sé", no sabía, el otro tiene la culpa y el otro es el imperialismo, el neoliberalismo, los opositores, los que no son del MAS.

71 muertos habría que añadir a la ya larga lista de víctimas de Evo Morales, los del avión caído. Ahora, claro, y como siempre, él no sabía nada. Es un querubín que vuela por el aire en absoluta inocencia. Las malas lenguas, la derecha, el imperio, le achacan males que no concuerdan con su angelical imagen, entre ellos el de haberse relacionado con la Zapata y haberla fecundado. Terrible, porque el señor Morales no incurre en esos bajos instintos. Lo dicen sus ministros que por las declaratorias parece que conocen al patrón en íntimas circunstancias.
 
La tragedia aérea de Medellín (no la de Gardel que está ya olvidada) desenmascara un país que vive en estadios inferiores de desarrollo mental, justo aquellos que el curaca eterno resalta y desea decretar. El paraíso contemplado como un yermo en el que rebuznan asnos muertos de sed y se devoran unos a otros. La paz entendida como el infierno. Con eso sueña; a eso vamos.
 
El relato del accidente es tragicómico y retrata Bolivia, la Bolivia de Evo Morales que es la de siempre pero multiplicada por cien en sentido negativo. “El avión voló hasta que se le acabó la gasolina y se cayó”. Así de simple, por encima de vidas y lógica, por encima de cualquier razonamiento. En el aire, en tierra, en oficinas públicas, en el estadio de fútbol... Linerita saldrá con una de sus permanentes sandeces a darle el tinte idiotizado a un asunto indefendible.
 
Será, para él, que el avión “nomás bien se estaba” y después no supo lo que pasó. Cómo un piloto, a pesar de toda la mácula oscura que esta aerolínea carga consigo y con sus relaciones con la jerarquía gubernamental boliviana, puede tener la incapacidad de manejar un avión casi condenado a muerte por las deficiencias de inicio solo se entiende en un país como Bolivia, donde al consejo de no volar porque no alcanzaría el combustible se responde que “no seas maricón”, “no te preocupes”, “son cinco millas nomás”, “alcanza”, “no jodas”, “el aire nos va a ayudar”, “volaremos más rápido”, “apurate, firmá”.
 
No es la tierra de Nunca Jamás como en la fábula de Peter Pan, sino la de Meterle Nomás, según pregona el dicho presidente, ufanándose de ello.
 
Por supuesto que caerán cabezas, las del meteorólogo, del mecánico, del que limpió los vidrios. Los de arriba bien nomás se han de estar con whisky etiqueta azul. Total, no pasará nada y la vida va a continuar en el idilio de Morales con los achachilas que tuvieron a bien dejarle de herencia la hoja sagrada que se transforma en dólares y absolutismo. Y si no llueve, por tocar otro de los vértices de esta sutil filosofía de vida, el cacique se calzará sus atuendos y se pondrá a danzar hasta que llueva. Que llueva que llueva la bruja está en la cueva, los pajarillos cantan, la luna se levanta y etcéteras.
 
Pero el día está pronto a llegar donde incluso los achachilas perderán su morada de hielo eterno. El comerciante que llamamos primer jefe, presidente, elegido, manco kapac, mama ocllo, está rifando selvas y montañas. Tendrá ya preparada una fuga millonaria en caso de que las cosas salgan mal. Huido, querrá dictar clases en la Sorbona sobre la prostituida madre tierra, ya que siempre habrá gringos tontos que lo escuchen embobados.
 
Supongo, es más estoy seguro, que con su avión personal no hay tanta negligencia como con el de LaMia. Ambos le producían dividendos, cierto, pero en este viaja su fantástico cuerpo de ídolo y no puede darse el lujo de caer porque se le acaba la gasolina. Allí resucitaría de entre las llamas para castigar al gasolinero y al vendedor de chicles que camina ajeno al futuro. De cualquier manera, parece que las estrellas se reorganizan y el mundo se deshace de sus forúnculos de manera natural.
 
Hay que meterle nomás, contra distancia y gasolina. Lo dice el Aristóteles local, el Sócrates, filósofo y astro de fútbol al mismo tiempo.

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