La declaración de los seis

 EL DEBER |


Hasta ahora no se conoce una declaración oficial del presidente Evo Morales y puede que el Gobierno no la considere necesaria una vez que el vicepresidente Álvaro García Linera ya se refirió al tema. No obstante, lo que ha dicho el vicepresidente, como otros influyentes personajes del MAS, ha sido un rechazo absoluto, sin miramientos, a lo suscrito por los jefes adversarios, cuando hubiera sido preferible un comentario más sereno y preciso, si se quería refutar los temas que señala el referido documento. No cabe la menor duda de que la ciudadanía protesta, a veces airada, por la judicialización de la política, así como desconfía del Órgano Electoral y tanto más de las elecciones de magistrados, que siendo una de las iniciativas “revolucionarias” del Gobierno resultó un fiasco. Y a nadie escapa que hay en Bolivia un evidente desengaño cuando el oficialismo se empeña en desconocer los resultados del referéndum del 21 de febrero del año pasado. 

La defensa de la democracia y la justicia en Bolivia deberían ser objeto de un sincero debate, alejado de rencores y amenazas. Nada habría más saludable que debatir siempre que tanto en el Gobierno como en la oposición exista un ánimo adecuado. El país, pese al aceptable momento económico que transita todavía, no está institucionalmente sólido, justamente por fallas en algunos de los temas que expresa la Declaración Conjunta.

Es probable que a las seis personalidades firmantes del documento se sumen otras más, aunque no -según expresan ellos mismos- con un propósito electoralista ni partidista en el momento actual. Al estar presentes expresidentes y jefes de partidos y agrupaciones políticas, ha causado extrañeza la ausencia de Jaime Paz Zamora, quien, por las expresiones que ha emitido a lo largo de los últimos tiempos, coincide con el texto de la declaración.

La ‘declaración de los seis’ ha sido muy importante y alienta esperanzas ciertas de que se conforme una democracia plena, mucho más equilibrada, que elimine toda posibilidad de llegar a extremos en que Bolivia sea gobernada por la voluntad de un solo partido