domingo, 24 de mayo de 2015

Caminos al Mar los surgidos en un reciente Foro Universitario con interesados en marcar las vias, para llegar al mar. Harold Olmos resume el pensamiento de sendos personajes que han tenido que ver con Chile, con el MAR con el Derecho Internacional. muy instructivo y útil.

Las jornadas en La Haya favorecen la estrategia en la que el país está empeñado para retomar la condición de vecindad al Pacífico. A la sensación de confianza se suman interrogantes que, en el corto plazo, deben empezar a ser respondidas.

No se vislumbra cuándo la pelota empezará a rodar para las siguientes fases de un juego supremo para Bolivia, pero parece prudente analizar cuánto el país está dispuesto a invertir. ¿Canje territorial? ¿Algo menos o algo más? ¿Algo diferente? El tema cautivó a una audiencia que se congregó en la Universidad Nacional Ecológica para escuchar las opiniones de especialistas del tema en sus distintas facetas.

En un paquete académico de seis en uno, Rubén Darío Cuéllar, Antonio Mariaca, Hugo Siles, Karen Longaric, Alberto Zelada y Fernando Salazar concurrieron a una invitación del rector de esa universidad, Carlos Hugo Molina, para exponer puntos de vista sobre el tema que tiene a la diplomacia boliviana bajo alerta máxima.

Cuéllar, ex cónsul adjunto en Chile, partió de la premisa en que se apoya la gestión en curso: Bolivia no busca revisar ni desconocer tratado alguno, sino recuperar cualidad marítima. Enseguida, el catedrático Mariaca sostuvo que la Corte de La Haya se declarará competente, pero solo al final de la ronda en curso, para la que reclamó “cautela y buenos modales” pues “no es tiempo de confrontación”. “Con La Haya o sin La Haya tenemos que negociar”. Cerró su intervención abriendo puertas hacia el punto que quema en toda discusión a la hora de la cuenta: ¿cuánto?

Hugo Siles, ministro de Autonomías, aseguró que las reuniones del presidente Morales con expertos nacionales antes de llevar la disputa a La Haya fueron una consulta nacional y que el camino había sido cuidadosamente preparado. En la ronda siguiente destacó las pérdidas económicas del enclaustramiento. Karen Longaric, también profesora de Relaciones Internacionales y exdiplomática, propuso a sus colegas hablar sobre las bases jurídicas de las posiciones de los dos países y de la intangibilidad de los tratados, angular en la diplomacia de Chile.

Un plato más fuerte lo sirvió el ex vicecanciller y ex cónsul general en Chile, Alberto Zelada. La delegación boliviana debió haber respondido de inmediato “19 de diciembre de 1975” a la primera pregunta del tribunal, sobre cuándo había concluido un acuerdo para negociar un acceso soberano al mar, dijo. Aquella fue la fecha de la proposición formal de Chile, producto de la reunión Banzer-Pinochet. Y sobre lo que debía plantear Bolivia si llegase un nuevo momento de negociación, el punto de partida debía ser esa fecha. La sala estuvo de acuerdo en que los dos países habían ingresado a temas esenciales.

Fernando Salazar, autor de una de las obras de biblioteca sobre la cuestión marítima Desatando nudos, recordó que en La Haya no se está discutiendo una salida al mar sino sobre reunirse alrededor de una mesa y negociar. También partidario de fórmulas ‘subóptimas’ como alternativa (‘supremacía territorial’, o todo, excepto soberanía plena), el internacionalista mostró insatisfacción con el desempeño boliviano.

“Nuestra respuesta no fue la más feliz”, dijo respecto a la primera pregunta –la aludida por su colega Zelada- pero destacó la audacia del presidente Morales al romper un ciclo en la ruta de la política marítima y avanzar con la bandera de “los actos propios”.

Zelada prendió una señal. En 1943, recordó, ocurrió un viraje en la política exterior boliviana, que hasta entonces buscaba modificar el tratado de 1904. Ese año el país entregó una memoria al secretario de Estado de EEUU reconociendo la legalidad de la soberanía de Chile sobre la costa que había sido boliviana. Pero enseguida subrayaba la necesidad que tenía de una salida al mar, que esperaba satisfacer en entendimientos directos con Chile. Sobre esa base llegaron las notas de 1950, Charaña y la proposición de 1975. El hito contrastaba con el peor nivel al que han llegado ahora las relaciones con EEUU.

Con la sensibilidad de todo el país, Santa Cruz sigue atenta las sesiones de La Haya. De aquí también han partido propuestas para la mediterraneidad, algunas novedosas. Un estudio de Germán Carrasco, de la Sociedad de Estudios Históricos y Geográficos, planteó intercambiar territorios sin timidez. Si hubiere dificultades en departamentos occidentales para un eventual canje ¿qué tal ofrecer un área cerca a la frontera con Brasil? El estudio tiene un señuelo inescapable: la zona sería imán para inversiones chilenas proyectadas hacia Brasil y el Atlántico.

Los vecinos brasileños retribuirían por las mismas razones, asociados al impulso exportador de la economía chilena, en una dinámica que incluiría a todo el Cono Sur del continente

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