Informales y salario

El salario mínimo en Bolivia pasó de 679 bolivianos en 2010 a 2.000 bolivianos en 2017, es decir, casi un 200 por ciento más que al inicio de la década. El incremento ha sido una ‘buena noticia’ para los trabajadores, aunque significó una creciente carga en los costos laborales para los empresarios. Pero no fue una buena noticia para los comerciantes, vendedores de ropa, meseros y ayudantes de cocina que, en su mayoría, están al margen de la mejora en su poder adquisitivo dado que forman parte de la economía informal. 

El dato no es menor si se tiene en cuenta que la economía boliviana adolece por la creciente informalidad que ha llevado a amplios sectores de la población a generar ingresos sin el correspondiente pago de impuestos, cumplimiento de beneficios sociales y aportes para el sistema de jubilación.

De hecho, la economía informal sigue teniendo un mayor peso respecto de la industria formal. Solo cuatro de cada 10 empleos tienen seguro médico garantizado y gozan de beneficios como el aguinaldo o la jubilación. Esto quiere decir que el empleo que se está generando en Bolivia es precario y no se puede sostener en el largo plazo. A este sector el aumento salarial no le afecta en nada, salvo por el incremento en el consumo y el crecimiento, que lleva a un aumento indirecto en los ingresos.


Un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) revela que entre 2001 y 2015 se crearon 1,1 millones de empleos, a un promedio de 73.000 empleos por año, con lo que estaríamos cerca de cumplir con el cupo de los 100.000 puestos de trabajo que debe crear la economía boliviana para satisfacer el crecimiento acelerado de su masa laboral. 

Sin embargo, esta tendencia parece haber sufrido una modificación en 2016, cuando la tasa de desempleo pasó del 3 al 4,4% producto de la desaceleración de la economía. Este nuevo contexto ha obligado a los trabajadores a aceptar empleos menos remunerados por la misma carga laboral. De esta forma, volvemos al mismo círculo.


Solo cuando la economía boliviana logre salir de su dependencia de la explotación de recursos naturales y avance hacia la producción industrial con empleos estables de largo plazo vamos a poder decir que tenemos una economía sana. Esto solo se logrará cuando disminuya la carga laboral y mejoren las condiciones jurídicas y sociales para la generación de empresas realmente productivas. Mientras tanto, son solo ‘buenas noticias’ para un sector muy minoritario de la sociedad.