Luego de dos días de intensa actividad en nuestra ciudad, el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, está disfrutando de un viaje por tierras chiquitanas, donde visita algunos de los lugares más interesantes que tienen que ver con la cultura del oriente boliviano, representada espléndidamente en las misiones jesuíticas y su legado, verdadero patrimonio mundial.
El autor de “La casa verde” ha participado de varias reuniones y actos académicos, en los que ha estado ausente toda injerencia en los asuntos políticos internos, como temía el Gobierno del presidente Morales. Vargas Llosa ha hablado extensamente de literatura, de su obra, y por supuesto de materias tan importantes como la libertad y la democracia. La expectativa por su presencia se reflejó en la enorme cantidad de personas que se congregaron para escucharlo con el mayor entusiasmo.
Hombre de fuerte personalidad, de reconocida trayectoria cultural y política, sin temor, por tanto, a expresar su verdad, no ha tenido inconveniente en referirse al lamentable momento que están viviendo naciones que han abrazado la causa del populismo. Ha evitado, ciertamente, menciones directas a la administración actual, pero, sin embargo, ha advertido, de manera general, sobre los peligros que ha mostrado el estatismo a ultranza en todas las naciones que lo han practicado, traducido en ineficiencia, falta de inversiones, proclive, además a la corrupción.
El tema que más interés ha concitado es el referente a la libertad. Como convencido liberal, ha dejado en claro que no pueden coexistir liberalismo y populismo simultáneamente. Piensa que no es posible concebir libertad económica sin libertad política. El populismo, por su propia esencia, es proclive a recortar las libertades, empezando por la de expresión. Según Vargas Llosa la libertad es una y no se la puede retacear porque se le quita su verdadera significación. Como un convencido demócrata ha manifestado su respaldo a todos los gobiernos elegidos por el voto mayoritario, afirmando, no obstante, su confianza en que las ideas de libertad se deben hacer llegar al pueblo para, en base a ellas, ganar mejores días para el porvenir.
Los ataques que el Premio Nobel ha recibido en Bolivia de parte de la cúpula oficialista no se pueden justificar. Es una conducta que lamentablemente trascenderá fronteras y mostrará a una Bolivia díscola e intolerante. El miedo a la libertad siempre enseña una cara deplorable.
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