Hay suficientes indicios de que el año que comienza no será, de ninguna manera, uno más. Hay una serie de temas vitales que estarán en la agenda pública y la manera en que sean enfrentados y resueltos será decisiva para diseñar una ruta en el mediano plazo.
No se hace referencia sólo a las elecciones generales que se realizarán en octubre próximo, así sean un hito fundamental para establecer si el sistema democrático se afianza o, más bien, sigue ganando fuerza un proyectos autoritarios y corporativos de poder. Y dependerá mucho del comportamiento de la ciudadanía, de la racionalidad oficialista y de la aparición de fuerzas opositoras que logren articular nuevas visiones de país y establecer por cuál cauce irá nuestro sistema político-institucional.
Junto a este tema de vital gravitación estarán en debate dos temas fundamentales. Uno, qué se hará con el Órgano Judicial en sus diferentes instancias. Su sometimiento político, así como una peligrosa banalización de la administración de la justicia han conducido al sistema a uno de los niveles más bajos en toda la historia del país, como reconocen muchos de sus más importantes autoridades, sin que se pueda, precisamente por su subordinación política, ejecutar un proceso de reforma profunda que permita aminorar radicalmente la corrupción así como la falta de idoneidad académica y moral de muchos de sus operadores. Y no hay que olvidar que sólo un idóneo sistema de administración de justicia garantiza una pacífica convivencia ciudadana.
La educación ha entrado en el debate debido a la propuesta presidencial de ampliar los horarios de estudio, con lo que no sólo que altera el proceso de reforma que este mismo Gobierno ha impulsado hasta ahora, sino que exigirá que se destinen gruesas sumas de dinero sin que haya una planificación racional. Es decir, seguirá dominando la improvisación y es posible estimar que se perderá mucho tiempo solucionando conflictos con el sector del magisterio y muchos municipios.
Como un elemento transversal estará el manejo de la economía. De acuerdo a varios analistas es posible estimar que se mantendrá aún el ciclo de bonanza, que facilita la administración de los recursos del Estado. Sin embargo hay mucho temor a que por la campaña electoral las políticas de racionalidad económica sean echadas al olvido y se promulguen nuevas medidas sorpresivas, como la del doble aguinaldo, que afecten la estabilidad económico-financiera.
En el frente externo, habrá que esperar que tome buen cause la demanda presentada por nuestro país ante La Haya.
En el campo de la seguridad ciudadana hay un generalizado temor a que se siga redundando en la retórica mientras se mantengan espacios de exacción y coerción a la ciudadanía, por parte de quienes tienen que velar por su seguridad.
Se trata de unos pocos temas, de los muchos que hay, que muestran lo difícil que será este año, en el que el principal desafío es hacer prevalecer el sistema democrático, lo que será posible si la ciudadanía ejercita su derecho de decisión y participación. Es decir, si con su participación ratifica que por sobre todo quiere vivir bajo un régimen democrático, posición que ha confirmado en forma reiterada desde que el país derrotó, pacíficamente, a las dictaduras militares.
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