El Dakar. Si hasta huele a trata de esclavos, a Henry Morton Stanley, Leopoldo de Bélgica, colonialistas y colonias. A la mierda las representaciones de indios, sus pictogramas o culturas. Hay que pasarles por encima. Y en la cima de todo este carnaval plurinacional, capitalista, ni siquiera deportivo, la sonrisa maléfica del ekeko: Evo Morales Ayma, el gran embaucador.
Me retrotraigo a “El reino de este mundo”, de Carpentier, porque La Paz, hoy, es aquel Sans Souci restaurado, con los peros que trae la modernidad, pero con sus plus de difusión y comunicación. Lo que Henri Christophe tenía de trágicamente majestuoso, Evo Morales lo reemplaza con un circo mediático. Lo que fue mítico entonces, tambores de vudú y magia, es hoy simplemente capital mal habido y empedernido, fumarolas de narcóticos y embuste.
¿Enemigo de las carreras de autos? No, sin ser fanático. Pero este asunto del París-Dakar, como se llamaba, sobre todo ahora, excede cualquier caracterización de deporte y destapa las tremendas falencias del boliviano como pueblo. Seguimos como los lucayos de las islas a quienes deslumbró Colón. Seguimos como en Tenochtitlán en tiempos de Cortés, sin la capacidad de reacción de los mexicas. Seguimos, seguimos, como los niños en Hamelin, o como los ratones... “Vámonos”, se repite en el canto, a seguirla a otra parte, a continuarla, pero sin cambiar.
Hasta cuándo el festejo de discursos y opiniones inútiles, de rosas para los muertos de Mario Vargas Llosa ¡eso lo sabrá y decidirá él, no porque se lo desee imponer el cacique! ¿A qué viene la seudointeligencia de palacio, que anda detrás de estas y otras estupideces? ¿A qué depender de una tira de sujetos que abusan del síndrome colonial que nos ajusta? Hay respuestas, pero a momento de decirlas saltan las damiselas de la pluma haciendo de barrera para que no se dañe a quien tristemente tal vez representa en serio lo que somos. Claro que hay respuestas.
Mientras tanto, Morales Ayma se ha subido al tren bala, ese que lleva en permanente y veloz ascenso a la oligarquía, a la riqueza y al feudo. Los socialistas, bien gracias, la infinitud de cómplices internos y externos que hacen presente y futuro esta posibilidad, entre ellos y en primera instancia las grandes finanzas a quienes conviene el ambicioso. Déjenlo hablar porque las palabras no sirven, menos las suyas mal hilvanadas. Pero el mensaje falaz que sostiene su mandato es lo que sirve a los bancos, a los poderosos. En asuntos así, de lujuria mercantil, ni siquiera la certeza del narcotráfico hace de obstáculo. Las expectativas del gran capital se yerguen por sobre toda moral, todo crimen. El oro pesa.
Me pregunto, pasando del tema de la política al de salud pública, ambos escatológicos, si Morales habrá pensado en una infraestructura de baños públicos para la horda que se trasladó al salar. O será que en casos de esta (mala) índole, también “le metemos nomás”, meamos y cagamos nomás donde nos venga en gana, porque finalmente los desechos plurinacionales son el mejor abono... Algo tendrá que decir Choquehuanca, el hombre de las respuestas inéditas. Tal vez suponga que lo que viene del cuerpo es la mejor ofrenda para los achachilas y por eso hay que soltarlo con liberalidad.
Nosotros, simples mortales, nos fijamos en minucias, mientras Evo y Álvaro, Tuco y Tico, las urracas parlanchinas, van adelante, a años luz, en su desbocada carrera hacia el toque de Midas. Mientras buscamos monedas para el pasaje, los amos desaparecieron en sus corceles de acero.
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