El Gobierno a espaldas de las autoridades electorales que le son afines ha abierto la campaña electoral con una ventaja sideral respecto de la oposición, al proclamar a Evo Morales en medio de motos y “cuadras”, más una multitud impresionante de fanáticos de las carreras. Estos impersonales espectadores del Dakar han sido manipulados malintencionadamente como acólitos, de esos que batían banderitas con alegría, sin darse cuenta siquiera de que sus regocijos estaban siendo utilizados para enaltecer al magnánimo Presidente. Para los perspicaces el único medio televisivo que transmitió la faceta deportiva del rally fue la cadena Fox, porque la faceta política muy bien fue explotada por el canal siete.
Los comunicadores de la televisión estatal no retacearon un solo segundo para hacer culto a la imagen del Presidente, y los deportistas Nosiglia y Salvatierra simplemente se convirtieron en unos comodines perfectos, que irreflexivamente ayudaron para alzar en hombros virtuales a Evo, ante una gritería tan gregaria e imprecisa que avergüenza. Este espectáculo imponente que vimos el domingo pasado ha tenido un fuerte componente electoralista. No tardaron los aduladores y apologistas de Evo para propagar la idea falsa de que el pueblo sin él no tendrá circo, menos pan. Es que este afán desesperado por “electoralizar” este evento deportivo sólo ha contagiado entre la clase media ciudadana una necesidad irrefrenable y frívola de más Dakar; y más Dakar es lo que quieren los “clasemedieros”. Ellos anhelan volver a Uyuni el próximo año. Una lástima, porque serán los componentes de la clase media ciudadana que a cambio de Dakar voten otra vez por Evo; para que pueda gobernar a ultranza y en solitario de tal modo de tener más Dakar y circo para siempre, sin pan que falte.
En cambio, los políticos opositores ya han identificado la probabilidad de que Evo no logre esos dos tercios; y algunos precandidatos opositores tienen en sus cabezas una grave disyuntiva: se anotan para engrosar las listas del masismo o persisten en su afán de promover una alternativa de gobierno en este pobre país. No son pocos los políticos opositores que ya han aceptado la prebenda y la coima del masismo para caer como tránsfugas en brazos azules. Pero no son suficientes los tránsfugas para garantizar los dos tercios necesarios. Otros opositores “consecuentes” ya están maquinando su campaña electoral para lograr tan sólo un escaño en la Asamblea, de tal modo que una vez dentro su voto “adquiera valor” para el oficialismo. Lo cierto es que será una tarea muy costosa para el Gobierno mantener su hegemonía en la futura Asamblea. Esto cuesta mucho en metálico.
Es que la realidad política ha colocado a Evo Morales como candidato presidencial en un puesto lejano de la mitad más uno y más lejos aún del control de la Asamblea Legislativa, sin los dos tercios de sus miembros afines; y lo que tienen que hacer los masistas es recuperar los espacios perdidos. Por este motivo el Dakar se ha convertido en una prebenda anticipada con el firme compromiso de materializar este evento deportivo para 2015. Una promesa a cambio de votos en las urnas. No cuesta nada adelantarse a los acontecimientos y prever la gran noticia, programada para uno o dos meses antes de las elecciones generales, que anuncie que el Dakar 2015 pasará nuevamente por territorio boliviano, con autos y camiones incluidos. Esto cuesta mucho dinero y el partido de gobierno hará grandes esfuerzos para obtenerlo. Eso es lo que quiere Evo: dos tercios… y le da miedo perderlos si no tiene dinero.
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