Dicen ser periodistas alternativos con voz propia, con ética y responsabilidad social. ¿O son periodistas oficialistas y al servicio del proceso de cambio que vive el país?
¿Cómo los periodistas alternativos pueden estar de duelo si son voceros del Gobierno? Mencionar a Radio Patria Nueva es suficiente para saber de qué lado están. Los periodistas “sin mote, sin cliché” no estamos en contra de la ley, que quede claro, observamos y rechazamos los artículos 16 y 23. “Los periodistas alternativos” en su pronunciamiento público del jueves 14 de octubre quieren hacer aparecer que estamos en contra de la ley y no es así.
Por otra parte, si revisamos las listas de los periodistas alternativos firmantes, no son los más indicados para atribuirse el derecho de hablar. ¿Qué hace una directora de una ONG que aparece como periodista y que de paso tiene una radio con una frecuencia cedida por el Gobierno actual?
Estamos de acuerdo en que podemos pensar diferente y que podemos trabajar también en medios progubernamentales, como lo hacen los “periodistas alternativos”, pero la libertad de expresión, la libertad de opinión y la responsabilidad social no pueden estar vinculadas a intereses políticos y partidarios.
¿Cómo pueden hablar de un falso debate sobre los artículos 16 y 23? Existe total claridad que entrelíneas se plantea la autocensura y la censura y no sólo a los periodistas y los medios, sino también a la misma ciudadanía que debe abstenerse de emitir juicios de valor, de hacer chistes o de emitir ciertos apodos.
En lo único que podríamos estar de acuerdo con ese pronunciamiento público es en la necesidad de luchar contra el racismo y la discriminación y que deberá ser una tarea conjunta de sus instituciones: sociedad civil, sociedad política y Estado, que deben garantizar procesos de aprendizaje para reencausar nuestras actitudes frente al otro diferente.
Los periodistas alternativos no son los más indicados para hablar de ética y responsabilidad social, porque abiertamente están asumiendo una postura política y partidaria y eso inevitablemente lleva a la pérdida de credibilidad y de un trabajo equilibrado, honesto y responsable con apego al Código de Ética y con un trabajo periodístico al servicio del bien común.
Para aclarar la figura, en realidad estamos hablando de periodistas oficialistas o mejor aún de periodistas progubernamentales. Están en su legítimo derecho para trabajar en estos medios, pero que se asuman como lo que son: oficialistas.
Pero, ¿qué es lo alternativo? ¿Por qué aparecer de repente con un apellido que no corresponde, un apellido prestado con cajón de fuerza para dar la impresión de ser de otro grupo de periodistas que tienen una práctica diferente?
“Alternativo”, según el diccionario, implica asumir una opción entre dos cosas, ser parte de los medios de comunicación del Gobierno o estar en los medios privados, comerciales, que estando en una lógica comercial asumen como criterio el valor económico y el rating de audiencia. No hay más opciones
Lo alternativo, según José Ignacio López Vigil en su libro Radio Ciudadana, señala que esta palabra bien comprendida implica “romper la rutina de tantas radios (medios) convertidas en simples repetidoras de las cadenas informativas o de las casas disqueras”. Tanto se desgastó la palabra alternativa que Rafael Roncagliolo prefirió jugar con ella y hablar de radios alterativas, porque se trata de enfrentar las injusticias, las desigualdades y los desequilibrios que existen en las sociedades.
¿Qué injusticias, desigualdades y desequilibrios están enfrentando ahora los “periodistas alternativos”? ¿A quién identifican como a su enemigo al cual deben enfrentar? En la época de la dictadura el enemigo era totalmente claro. ¿De qué alternativa están hablando los firmantes del Pronunciamiento Público?
Conviene asumir una posición más sensata, de cara a la ética y la moral que marca el principio de regulación del trabajo periodístico responsable y serio.
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