Jorge Lanata, connotado periodista argentino, se despachó hace un par de semanas una noticia emergente de su minucioso trabajo de investigación periodística, con un resultado que fue noticia destacada internacionalmente.
Constató que más de 400 seguidores muy activos en las redes sociales que servían de parlantes propagandísticos a la gestión de Cristina Kirchner, son falsos. Aparentemente, una oficina gubernamental era la encargada de crear perfiles con rostros y nombres de personas reales pero...españoles e italianos. Seguramente consideraron, que si la base inmigratoria de la Argentina sobre todo es de estas nacionalidades y los apellidos suenan muy argentinos, haría muy fácil hacerlos pasar por fanáticos kirchneristas. Tengo que reconocer que fue muy divertido cuando Lanata entrevistaba vía Skype a perplejos ciudadanos en Santander o Nápoles, preguntándoles qué es lo que los hacía tan consistentes admiradores del gobierno de Cristina y cómo hacían para estar tan embebidos de las medidas y políticas adoptadas por ella día a día. Fue divertido pero fue un papelón. Ninguno de ellos había estado jamás en la Argentina.
Aparentemente algunos regímenes en Latinoamérica, se han dado cuenta que los millones de dólares que se gastan en propaganda gubernamental en los medios tradicionales, no son suficientes para convencer a contestatarios que están muy informados y activos gracias a las endemoniadas redes sociales. Tienen claro que este nuevo medio masivo de comunicación, es de sumo cuidado y merece esfuerzo extra y se afanan para que un nuevo grupo de propagadores asalariados se introduzcan en los diversos grupos que existen en las redes. Eso es lo que hacen algunos como se ha demostrado en el caso de Cristina K. No se les pasa por alto, que Mubarack, Gadhafi y otros similares, encontraron que las redes sociales, fueron verdaderos torpedos en su línea de flotación y así quedaron...
Como nosotros somos un "typical país" como lo bautizó Paulovich, y la actual administración está convencida que es la confrontación, la amenaza y la criminalización lo que le rinde más, lanzan a SE a las cámaras de televisión -me niego a creer que él solito decidió dar lectura a esos posts sazonándolos a su usanza- sin guardar adjetivos calificativos de grueso calibre que resultaron auto insultantes.
Recuerdo una amiga que jamás reconoció públicamente que su marido le adornaba la cabeza por doquier y consistentemente. Su argumento: si yo lo digo, lo admito. Mientras sean otros los que lo dicen, queda un trasfondo de duda. Hay veces que es mejor "hacerse al cojudo" como dice Sofocleto, a admitir que hay gente que piensa de uno de ese modo.
Lo feo es que el señor blanco de esos crueles calificativos, resulta ser el Presidente del Estado. No sé cuántas veces hemos insistido en la necesidad de una regla básica del accionar político: usar fusibles. No puede el Presidente, ponerse en evidencia de ese modo, como si la investidura presidencial fuera un trapo de cocina.
Alrededor de cada mandatario, hay una serie de personajes que perciben un jugoso salario entre otras canonjías, cuya razón de estar es preservar la imagen presidencial, seriedad y credibilidad del gobierno. Claro que una que otra vez que se los usó como se debería, los resultados fueron bastante peor que la situación que causó la intervención. Por su frescor, basta mencionar las pasmosas declaraciones de la ministra de Comunicación, haciendo una versión libre de la Constitución Política del Estado referente a la inviolabilidad de las comunicaciones privadas. Al autor del exitoso best seller nacional "Evadas" -si le queda tiempo entre una edición y la otra actualizada- le debiéramos sugerir un nuevo título para su próximo éxito editorial "Con colaboradores así..."
Es pues muy difícil ser la cabeza visible de todo un conjunto de personas que están navegando la nave del Estado. Peor aún si los remeros están negados para estas artes y cada cual rema para su lado aunque -a su humilde entender- juren que son una sólida parte del todo. Es por eso que a SE no le queda más alternativa, cual llanero solitario, que lanzarse a enfrentar las opiniones de ciudadanos comunes que lo que hacen es hacer uso de su libertad de expresión, en virtud de una nueva era de comunicaciones que vino para quedase y que en su contra es muy poco lo que se puede hacer.
Ya es improbable que surja, repentinamente, de la nada, alguna persona que logre hacer entender a SE que el camino que ha tomado gracias a las divagaciones jacobinas -laotzenianas- gramccinianas- tupackatarista- maquiavélicas de su tildado vicepresidente, lo está llevando mar adentro en un viaje sin retorno.
Al mejor estilo de la conquista del oeste, este gobierno primero dispara y luego pregunta. Las descalificaciones que constantemente usa como armas con la sospecha de que echando lodo sobre sus detractores, purificará su imagen, es a estas alturas, tras casi siete años de gestión, un persistente y masoquista combazo diario que se da en el pie. Debiera preguntarse el por qué, según la reciente encuesta de Radio Fides, gran mayoría de la ciudadanía no está de acuerdo en un nuevo mandato presidencial de Evo Morales para el 2014. Quien sabe sea entonces el momento de una rectificación de errores al comprobar que a nadie le incomoda lo que opinen los feisbuqueros, mientras no sea él y su equipo de cooperantes, porque ellos sí arriesgan la vida y el futuro de todos los demás.
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