El libreto chileno
En Chile hay grandes expectativas por lo que pueda decir hoy el presidente boliviano, a raíz de la conmemoración de un año más del enclaustramiento marítimo. Los medios de comunicación santiaguinos han estado reportando acerca de la gran preocupación que existe en la Cancillería chilena sobre la nueva conducta que ha estado adoptando últimamente Evo Morales en relación al tema del mar, incisivo y con un fuerte tono querellante, acento que subió a su máximo nivel el 22 de enero pasado, cuando el Mandatario exigió a su vecino la devolución de Atacama, pedido que mereció luego una severa advertencia y las disculpas respectivas de este lado de la frontera. Los chilenos saben muy bien que los decibeles marítimos suben en Bolivia cada vez que hay un presidente en problemas, cosa que ha sido una constante en los últimos 132 años de historia. Por eso es que la demanda boliviana nunca pasó de ser un artilugio político inmediatista y en Chile se han acostumbrado a lidiar con los sobresaltos mediáticos que en los últimos cinco años habían menguado, gracias a la solidez del Gobierno del MAS, que no requirió –hasta ahora-, del clásico artilugio altoperuano consistente en agitar las masas y desviar su atención con viejas e inconsistentes consignas “pidemar”. Un aire de alivio recorrió hace unos días los pasillos de la Cancillería chilena, cuando casi al unísono, el vicepresidente García Linera y el ministro de Comunicación, Iván Canelas, aseguraron que este 23 de marzo no habrá lapsus ni exhortaciones para que los chilenos apuren las cosas y que en el discurso del Día del Mar, Evo Morales mantendrá el tono de cordialidad y amistad hacia Chile. La promesa de ambas autoridades se produjo justo después de conocerse las nuevas encuestas de percepción política en el país, que reportan un crecimiento de siete puntos en la imagen presidencial, que aún no logra atravesar la barrera del 40 por ciento después de haber caído casi al 30. Los medios de comunicación de Chile se han encargado de posicionar la idea de que si Evo habla del mar es porque anda muy mal en las encuestas y ya no dudan en afirmar –tal como lo hace el diario La Tercera-, que si el Mandatario boliviano no quiere dar señales de debilidad, es mejor que se ajuste al “libreto chileno”, que hasta ahora ha consistido en marear la perdiz con la famosa agenda de trece puntos y responder con un “No” contundente, cada vez que alguien ha tocado el tema de la soberanía. A Chile le conviene que se mantengan vivas las expectativas de los bolivianos sobre el avance del diálogo (así no hacen olas), aspiración que coincide con la imagen que pretende mantener Evo Morales: la de un presidente que está avanzando en la recuperación del mar. Si bien la diplomacia chilena se preocupa porque el tono de Evo Morales no llegue a extremos de desbordes verbales, el libreto aguanta que el Presidente haga alusiones a la necesidad de mantener un calendario específico sobre el diálogo y la búsqueda de una solución al enclaustramiento marítimo. Ellos están dispuestos a diseñar y reprogramar agendas, reestructurar comisiones y hacer todo tipo de movimientos que den la sensación de que hay avances. Recientemente hasta se habló de la posibilidad de que el presidente chileno Sebastián Piñera visite el Chapare. Con eso, Chile podría comprar el silencio de Evo para rato.Los medios de Chile se han encargado de posicionar la idea de que si Evo habla del mar es porque anda muy mal en las encuestas y ya no dudan en afirmar –tal como lo hace el diario La Tercera-, que si el Presidente boliviano no quiere dar señales de debilidad, es mejor que se ajuste al “libreto chileno”.
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