¿Políticas de distracción o políticas ambiguas? Cabe la duda ciertamente. Habrá quienes se inclinen por la primera, suponiendo que existe la necesidad del Ejecutivo de distraer la atención de la ciudadanía de lo que ha sido un masivo y efectivo paro de 72 horas en las distintas urbes del país, principalmente La Paz, aspecto que ha evidenciado el descontento de sectores vitales representativos del pueblo, como la Central Obrera Bolivia (COB) y las universidades, con las determinaciones del Gobierno. ¿Si éste fuese el caso, un discurso de tal envergadura era necesario?
La segunda, por su determinación y firmeza, resulta riesgosa para las relaciones diplomáticas entre Chile y Bolivia. Sorprende el tenor del discurso emitido por el Primer Mandatario a tiempo de rememorar el 132 aniversario de la Guerra del Pacífico, toda vez que hace un par de días, en conferencia otorgada en Santiago a favor del Mercurio de Chile, señaló que “no creo mucho en eso”, refiriéndose a la posibilidad de que Bolivia judicialice la demanda marítima ante el Tribunal de Justicia Internacional de La Haya, “creo en la confianza de las relaciones a partir de Lagos. No soy experto constitucionalista ni en demandas internacionales. En eso no creo tanto.” ¿Si no se cree en este tipo de acciones internacionales, cuál es el objeto de comunicarlas al mundo?
Si bien existe una base constitucional, prevista en el artículo 267 de la carta fundamental, que señala que constituye un objetivo permanente e irrenunciable del Estado boliviano lograr una solución efectiva al diferendo marítimo a través de medios pacíficos, conducentes al ejercicio pleno de la soberanía sobre el océano Pacífico y su espacio marítimo, es necesario evaluar cuáles son los medios efectivos para lograr el cometido constitucional. ¿Será contundente una demanda ante La Haya? ¿Cuál es la relación costo-beneficio de ésta? ¿Acaso no se pierden los mejores años de gestión diplomática, arduamente logrados por el Gobierno de turno?
El criterio general de varios congresistas chilenos, tal el caso de Hernán Larraín, es que ha existido “permanente contradicción” en la posición boliviana respecto del tratamiento del tema marítimo con Chile. En entrevista telefónica sostenida en el programa No Mentirás, el señor Larraín ha llegado a preguntar públicamente si “Bolivia está dispuesta a llegar a un acuerdo.” Por su parte, el presidente Piñera ha manifestado, en un breve comunicado, que “el discurso de Morales es un serio obstáculo para las relaciones entre ambos países.” Además, ha agregado que Chile no negociará soberanía sobre el espacio marítimo con Bolivia. Para el Gobierno de este país, no existen deudas pendientes con Bolivia; al contrario, se manifestó que Chile cumplió estrictamente lo dispuesto en el Tratado de 1904, el que ha sido ratificado por ambos Estados conforme a procedimientos constitucionales.
Se desconoce lo que se perseguía con este discurso, lo único cierto es que ha logrado llevar la atención, hasta hoy centrada en los problemas sociales que atañan al país, a un marco internacional relacionado con el más preciado anhelo de los bolivianos: el mar.
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