El Estado debe más de lo que tiene en reservas lo que debería darse a conocer porque se trata de dinero del pueblo, o sea, de los movimientos sociales, la informalidad, el Ejército y la Policía, entre otros
El Estado Plurinacional parece estar a la deriva porque nadie está seguro de que los que mandan saben dónde están, lo que imposibilita llegar a donde quieran ir… siempre que lo sepan. El desaliento está cundiendo en el país incluyendo El Alto, las minas y Oruro; hasta el Chapare está mostrando desaliento. Los movimientos sociales no sólo se dividen sino que van cayendo en cuenta que respaldar y votar en las urnas por un grupo que ofrece “el oro y el moro” retóricamente no es suficiente. Tampoco parece ser suficiente ni menos cauto e inteligente votar por ellos como venganza de lo que ha sido el gobierno en Bolivia desde 1952 e incluso antes. El empleo en el Estado Plurinacional escasea más que nunca porque no hay inversión privada como debería haberla dadas las inmensas necesidades estructurales y microeconómicas. La inseguridad jurídica perjudica y la empleomanía política, sin enfatizar productividad, es una epidemia.
“Hechos y no palabras” dice el adagio pero desde hace seis años que abundan las palabras sobre todo en lo que se refiere a la industria del gas estatizada a codazos, lo que continúa sembrando desaliento por doquier y peor, cimenta el convencimiento de que tomará décadas en recuperar una Bolivia factible. Peor si se sopesa el daño causado a las relaciones con Petrobras lo que en su momento, dicho sea de paso, parece haber disgustado a la actual presidenta de Brasil. Se trata de un mayúsculo error de un proyecto de país que no cuaja posibilidades de convivencia. Y no las cuaja porque fuera de estatizar a empujones, se quiere obligar a echar por la borda libertades como la de prensa y la de educación de los hijos. ¡Qué insensateces!
Incontrolablemente enigmáticos van perfilándose asuntos como: (1) El increíble gasolinazo y su secuela de retracciones y el resultante desbarajuste administrativo e inflacionario que, aunque disguste, sólo empieza. (2) El descubrimiento de que los asesinatos del hotel de Las Américas de Santa Cruz parecen apuntar a todo menos a una presunta conspiración cruceña. (3) La romántica promesa de construir un ferrocarril seguramente de Puerto Suárez a Tambo Quemado cuando una autopista sería menos onerosa, más útil y sobre todo apta para ampliarse en redes de caminos, avenidas y calles… donde transitarían vehículos de todo tipo, ¿acaso los rieles del tren pueden llegar hasta la casa de todo vecino? (4) El silencio oficial que rodea el estado de cuentas de las empresas que ha creado el Gobierno como Emapa, Papelbol, Cartonbol, Ecebol, Lacteosbol, Azucarbol y EBA, en las que en gran medida ha puesto sus creces seudo socialistas, fuera de haber dado pega a sus adeptos invirtiendo más de un millón de dólares del Tesoro General de la Nación (TGN).
(5) La proclama de los 10.000 millones de dólares de reservas de Banco Central sin mencionar que desde enero de 2006 hasta octubre de 2010 el TGN aumentó la deuda pública interna en $us 1.364 millones para alcanzar $us 4.502 millones en octubre de 2010, o sea, un aumento de 44 por ciento. Pese a generosas condonaciones de organismos internacionales y países amigos negociadas antes de 2006, la deuda pública externa subió de $us 4.941 millones en enero de 2006 a $us 6.379 millones en octubre de 2010. A propósito, según datos oficiales recopilados por el profesor Julio G. Alvarado, el gasto corriente del Estado Plurinacional, de diciembre de 2005 a agosto de 2010, aumentó 50 por ciento, mientras que los egresos de capital, importantes “para que se genere más riqueza”, pasaron de $us 7.832 millones en 2005 a sólo $us 7.975 millones en agosto de 2010, o sea, un aumento insignificante de 1,8 por ciento. El Estado debe más de lo que tiene en reservas lo que debería darse a conocer porque se trata de dinero del pueblo, o sea, de los movimientos sociales, la informalidad, el Ejército y la Policía, entre otros.
¿Estamos yendo a la deriva en un mar agitado que puede hundir naves incluyendo la del Estado? Sí, y no hay señales de reversión.
El autor es escritor
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