Los derechos y la vida de tres mujeres fueron atropellados la semana pasada y se han transformado en emblema de las víctimas de la intolerancia. En primer lugar, Génesis Carmona, 22 años, miss Turismo Carabobo. Participaba junto a su familia de una marcha de protesta en Valencia. Una bala traicionera la desplomó cuando intentaba rescatar a su hermana. Es una de las víctimas fatales de esta Venezuela que se desangra y se hunde en la violencia. En segundo lugar, Lilian Tintori, que valiente acompañó a su esposo, el líder opositor Leopoldo López, hasta su entrega a las fuerzas militares de Nicolás Maduro. “Vale la pena el dolor, si Venezuela despierta”, afirmó. Su esposo está preso en una cárcel militar acusado de encender la furia que hoy atraviesa el país caribeño. Y, en tercer lugar, Patricia Janiot, presentadora de CNN en Español, que tuvo que abandonar Venezuela tras la decisión del Gobierno de Maduro de callar a los periodistas de la cadena estadounidense. En el aeropuerto fue atropellada e insultada por funcionarios chavistas que desprecian su labor como periodista.
Podemos estar de acuerdo o no con estas tres mujeres por sus acciones políticas o profesionales, pero no podemos desconocer el abuso de un régimen que acusa a los opositores de fascistas y actúa como tal. Que asegura que hay en marcha un golpe de Estado y que con sus acciones golpea el corazón de la democracia venezolana.
Maduro mostró esta semana su peor rostro autoritario, la expresión de un régimen que sabe que sus bases políticas, económicas y sociales se están derrumbando. Venezuela se deshace por la crisis de un modelo. ¿Cómo saldrá de este callejón? Maduro no va a caer, pero el piso donde está parado ya se ha partido en dos. Serán los políticos, chavistas y opositores, los que tengan que pensar cuál es la salida que no lleve a Venezuela al suicidio.
Consejo Editorial: Pedro F. Rivero Jordán, Juan Carlos Rivero Jordán, Tuffí Aré Vázquez, Lupe Cajías, Agustín Saavedra Weise y Percy Áñez Rivero
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