El mismo día en que cientos de miles de jóvenes en Egipto se concentraron en calles, avenidas y plazas, los mandos supremos del Ejército emitieron un comunicado en el que dieron a conocer su decisión de no disparar contra el pueblo enfurecido porque consideraban legítimas sus demandas. Las multitudes exigían el fin de la ‘era Mubarak’.
Fue la culminación de todo un proceso silencioso que se desarrolló en el interior de los cuarteles no sólo en países del mundo árabe, sino también en el planeta globalizado.
Un mundo nuevo, cambiante, donde los jóvenes menores de 25 años enarbolan banderas y llevan antorchas que se creían totalmente anacrónicas. No había sido así.
Es una rebelión global de jóvenes y militares que rompe viejos esquemas políticos y, sobre todo, ‘esquematismos ideológicos’.
“Democracia, justicia, pan y libertad” es el ‘grito desgarrador’ de esta juventud en rebelión contra todo orden dictatorial y autoritario por más que éste se ‘disfrace’ de ropajes democráticos y revolucionarios, socialistas o ‘comunitaristas’.
En este país nuestro de las filas interminables y de los cupos de azúcar, como en los mejores tiempos de la revolución de los años 50, el guión ya se puso en ejecución el 4 de mayo de 2008 durante la rebelión de los cruceños y su referéndum autonómico.
Una generación de jóvenes oficiales de alta graduación se negó a obedecer la orden presidencial de tomar militarmente la ciudad rebelde, evitando un “baño de sangre fratricida”.
En Egipto, los militares salieron de sus cuarteles para resguardar el orden público y fueron recibidos sorpresivamente por el aplauso entusiasta de los rebeldes. La caída de Mubarak es inminente.
Hasta hace poco la teoría clásica establecía que para producir un hecho político de esta magnitud era ‘indispensable’ la existencia de un ‘instrumento político’ de organización y de movilización. Parece que esta premisa pasó a la historia.
Los partidos políticos, los llamados tradicionales, por lo menos en esta experiencia, han sido reemplazados por las redes sociales de la alta tecnología de la comunicación.
Ésta es una verdadera revolución de los tiempos modernos; millones de ciudadanos en pie de guerra recorren calles y avenidas derrotando dictaduras reaccionarias de izquierda o de derecha.
No hay que llevarse a engaños; los pueblos están hartos de dictaduras, de falta de pan, de progreso (falta de azúcar, por ejemplo) y ante todo de falta de libertad para forjar su propio destino.
Miseria, pobreza extrema, falta de alimentos, desigualdad social, centralismo, ausencia de derechos políticos. Los tiempos están cambiando, pareciera que en el interior de los cuarteles está surgiendo de nuevo un nacionalismo militar identificado con su país que se sitúa junto a los pueblos en rebelión.
En Bolivia no podría explicarse de otra manera el ‘reculazo’ del 31 de diciembre. La vida continúa y los procesos políticos, económicos sociales civiles y militares, también.
Ya nada será igual que antes. La democracia política global como objetivo histórico está clareando el horizonte.
* memocapobianco@gmail.com
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