Singular
importancia de lo judicial
Mauricio Aira
Octubre
será el mes de la renovación judicial. Cuán importante es este órgano del poder
público se puede juzgar si vemos cómo se organiza el Estado en procura de
contar con el más eficiente e imparcial accionar de jueces y fiscales que lo
conforman.
Los gobiernos
compiten entre sí, para encontrar la forma más efectiva y garantiza hacer
funcionar sus servicios judiciales. Se parte de las tareas que se confían a
este poder como la inspección de los juzgados y tribunales, la selección,
formación y perfeccionamiento de jueces y magistrados, su asignación a
destinos, ascensos y responsabilidad en las áreas de administración y
disciplinaria.
Los
nombramientos en que intervienen habitualmente los ministros de Justicia y los
magistrados del Tribunal Supremo, el Senado y de las escuelas judiciales que
elaboran, dirigen la ejecución y controlan la ejecución de los presupuestos
asignados regulados por una Ley Orgánica que empieza a ser más y más popular,
cuando se trata de tribunales de sentencia, al amparo de las Comunidades Autónomas
donde existen.
Cómo hacer
para que los jueces sean probos e independientes, e insobornables. En los EEUU
por ejemplo los jueces son elegidos de por vida, ejercen hasta la muerte lo cual
le da una estabilidad permanente, aunque la elección resulta muy complicada, a
menudo el candidato es sometido a interminables interrogatorios y la
transparencia tiene que ser comprobable a todas luces, el resultado es que no
todos los candidatos son elegidos, la Corte de La Haya tiene parecido sistema,
aunque los jueces duran tan sólo 10 años y gozan de salarios altos, que
aseguran su probidad.
El otro
tema que preocupa a la hora de elegir a los jueces y magistrados es la carga
laboral que en nuestras “jóvenes naciones” es abrumadora, mientras en los
Tribunales europeos, la cantidad de juicios que atiende cada titular es
bastante menor, lo que permite mejor calidad de juzgamiento al no existir esa
presión horaria.
Nunca como
ahora la Justicia ha provocado tanta protesta, no vamos a enumerar, ni siquiera
enlistar los casos de “fallos judiciales” al margen de toda norma, detenciones
injustas, persecución y acoso dentro y fuera de Bolivia, condenas dictadas
desde el Ejecutivo y jueces vendidos al mejor postor, es cierto que por primera
vez están detrás de rejas algunos “magistrados, especialmente fiscales” por su
mal proceder.
Muchos
consideran que los peores fallos están catalogados de negligentes y omisiones,
lo que deja de hacer un juez, los olvida o simplemente los descuida y los
resultados son nefastos especialmente cuando se trata de litigar con
instituciones o autoridades que rehúsan cumplir los procedimientos o que
boicotean a la Justicia.
Todo este
cuadro de caos e inseguridad en los juzgados ha permitido el fenómeno de
“politización de la Justicia” y/o “judicialización de la política” es decir mal
uso de lo judicial a dos bandas y se ha dado no solo en las ciudades del gran
eje central, o en las grandes ciudades provinciales, sino también en poblaciones
que tienen sus escasos tribunales, donde a veces una simple llamada telefónica
de “la autoridad ejecutiva u otra” tiene el poder de torcer el curso de la
Justicia.
Hablar de
lo judicial importa mencionar a la policía, y las cárceles que ésta administra,
con todo el horroroso cuadro de violencia y manejo mafioso en lo interno, donde
el Estado no es capaz de imponer o mostrar siquiera su autoridad. El
tradicional concepto de “rehabilitar al reo” y procurarle una nueva oportunidad
de hacer buen uso de su libertad, está ausente y es una consecuencia del
desgobierno judicial. O sea, estamos frente a un tema que reclama un debate
profundo y actual.
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