Por los antecedentes conocidos, existe una alta posibilidad que dividan puestos como hacen en la administración pública. ¡Adiós institucionalidad paceña!
En medio de mundiales, cumbres y candidaturas, pasó desapercibida una noticia que debe poner en alerta a los paceños de nacimiento y a los que aquí habitan: la toma masista del Concejo Municipal del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz.
Similares maniobras en otras alcaldías quebraron años de construcción institucional y dejaron de lado experiencias de gobernabilidad. Están arrinconados gobiernos municipales que lograron ser modelos como los casos de San Juan o La Guardia en el departamento de Santa Cruz o Curahuara de Carangas en el gepartamento de Oruro. La ambición masista por el poder “a como dé lugar” trae secuelas de conflictos, clientelismo y corrupción.
No existe actualmente ningún gobierno municipal en manos masistas que puede mostrar orgulloso un orden administrativo y equilibrado entre los diferentes sectores que habitan una capital o una cabecera de provincia. Por el contrario, representan el mayor rechazo ciudadano, comenzando por Edgar Patana de El Alto.
Los gobiernos municipales de tinte populista significaron para la ciudad de La Paz el descalabro de tres lustros. Juan del Granado tardó dos años en reordenar el estropicio, tanto en las oficinas como en las aceras y calzadas.
Desde 2002, paradójicamente después de la tragedia del aguacero, la ciudad comenzó un lento camino, sin pausa, hasta convertirse en la capital con mayor inversión en Desarrollo Humano, atención a infantes, mujeres y niños, mayor cantidad de áreas verdes, ordenamiento en mercados y ¡sistema moderno de transporte público!
Omar Rocha no tiene una hoja de vida que refleje su amor por la ciudad. ¿Cuáles fueron sus aportes en tantos años? Con espanto escucho sus propuestas para fomentar la disputa entre vecinos y vendedoras, entre comerciantes de mercados y ambulantes. La elección de subalcaldes que hizo aprobar sólo disgregará los planes de desarrollo.
¿Quién votó por este señor? Lo más probable es que haya logrado su puesto amarrado a una sigla porque fuera de ella no demuestra conocimiento de la historia local, de los barrios ni de las necesidades ciudadanas.
Ya se conoce que lo primero que realizó el bando masista fue repartir pegas en las comisiones. Por los antecedentes conocidos, existe una alta posibilidad que dividan puestos como hacen en la administración pública, dando trabajo a los adherentes a costa de la eficiencia en la gestión. ¡Adiós institucionalidad paceña!
La autora es periodista.
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