La ONU llegó a la conclusión hace unos años que los bolivianos somos una sarta de acomplejados, con baja autoestima. Para comprobarlo, basta ver al presidente Morales tratando de infundir lástima en Nueva York, diciendo que cuando era niño comía cáscara de plátano. Con la Ley contra el Racismo que el Gobierno está impulsando, la ONU va a tener que afirmar que además de acomplejados, los bolivianos pasaremos a ser también mudos y opas.
Los que mejor han descrito esta situación son los humoristas nacionales (los pocos que hay, porque en este país no hay mucho de qué reír), quienes acaban de lanzar su grito de protesta por la amenaza de ir presos por parodiar, satirizar o simplemente imitar a determinados personajes de la sociedad boliviana. Y no puede decirlo mejor el que afirma que país que no puede reírse ni siquiera de sí mismo es un mismísimo tonto.
Pero es que ni siquiera cantar tranquilo se va a poder en este país donde abundan los ritmos y las canciones que hablan de la diversidad cultural. Savia Andina ya no podrá interpretar esa canción que dice “collita tenías que ser” y el taquirari “Cunumisita” seguramente deberá ser proscrito. Los poemas del “Camba Florencio” tendrán que ser quemados junto con los restos del querido costumbrista. Temas internacionales como “Duerme Negrito” que cantaba Mercedes Sosa o “El Negro José”, tendrán que ser eliminados de la discografía boliviana. ¿Dónde iremos a parar? ¿A los tiempos en los que se quemaban bibliotecas porque amenazaban la estabilidad de un régimen?
Bolivia es rica, es diversa y así como nadie se sintió ofendido porque alguien cante “Cunumisita”, que dicho sea de paso, el autor es un colla, tampoco se han producido complejos por comidas como el “sonso”, el “camba muerto”, la “papa imilla”, el “sándwich de chola”. ¿O es que la tonta solemnidad nos tendrá que obligar a decir “emparedado de mujer originaria”?
A partir de la llegada de Evo Morales al poder y gracias a su política de exacerbación del racismo, los bolivianos hemos comenzado a mirarnos con desconfianza y recelo. Con esta supuesta ley antirracista, los ciudadanos de este país tan complejo, entraremos en un proceso de oscurantismo, temor y hasta de canibalismo político bajo el rótulo de lucha contra la discriminación. Obviamente, la gente del oriente boliviano lleva las de perder, porque detrás de todo está el proceso de aymarización de Bolivia que tiene como objetivo final el establecimiento de una supremacía étnica sobre el resto de los grupos que conviven en el territorio. Si eso no es racismo…
Por último, y a nombre de la no discriminación se busca criminalizar a los medios de comunicación, mediante una figura jurídica insólita. Ocurre que así como los bancos; es decir, las entidades jurídicas tienen derecho al honor, como las personas, las instituciones, como los medios, son también sujetos de aplicación de normas penales, pese a que siempre se ha sabido, por los principios más elementales del derecho, que los delitos son personalísimos. Bien lo decía un comentario hace unos días. Frente a lo que está ocurriendo, la mejor opción sería callarse y cumplir aquello de que, además de inerte, esta sociedad corre el riesgo de caer en la idiotez más dañina.
Con esta ley antirracista, nuestro país tan complejo entrará en un proceso de oscurantismo, temor y hasta de canibalismo político.
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