Bajo el Penoco (de El Día. SC)
Desde que llegó de Estados Unidos, el Presidente casi no ha hecho otra cosa que hablar de Juan del Granado. Le dice líder de la derecha, lo relaciona con Tuto Quiroga, lo vincula a Goni, después lo acusa de haber intentado dividir al MAS y de ser un hábil cizañero, aunque al final se muestra dispuesto a dialogar con el ex alcalde de La Paz. Mucho de lo que dice Evo Morales puede ser cierto, ya que Del Granado no tuvo problemas en ponerle su firma a la capitalización y años después se convirtió en un fervoroso aliado de la nacionalización impulsada por el MAS. Pese a los antecedentes del “Sin Miedo”, el jefazo no sabía cómo elogiarlo y ponerlo de ejemplo ante el resto de los alcaldes del país. Después del divorcio político de ambos líderes, el oficialismo ensayó el ataque, pero en vez de destruirlo, lo hizo crecer, al punto que Juancito le ha hecho la parada a Evo y el nerviosismo de éste posiblemente sea el reflejo de la talla que ha alcanzado el contrincante. Es que la democracia había tenido nomás sus anticuerpos, más allá de Juan o de cualquier otro
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